¿Cómo trabajamos con los bosques?
Usamos la ciencia para proteger, gestionar y restaurar los bosques para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, almacenar carbono y beneficiar a las personas y a la vida silvestre.
Leather Leaf Found throughout Sax-Zim Bog, leather leaf is a characteristic peatland plant. © Alora Jones/TNC
Las turberas son irreemplazables. Estos antiguos humedales tardan miles de años en formarse, se acumulan centímetro a centímetro a partir de capas de plantas en descomposición. Las turberas guardan el carbono y las historias de nuestro pasado, y son esenciales para un futuro habitable. Se las encuentra en 180 países de todo el mundo y guardan un interés cultural especial para muchas comunidades indígenas, que son importantes guardianes de las turberas. Las turberas saludables albergan muchas especies únicas, endémicas y amenazadas, ayudan a filtrar el agua potable y disminuyen el riesgo de inundaciones, ya que actúan como una esponja.
Proteger y rehumedecer las turberas son medidas eficaces en la lucha contra el cambio climático; lo que ayuda a desacelerar su avance al tiempo que protege a las comunidades de sus peores efectos gracias a la disminución de los riesgos de inundaciones, sequías e incendios.
Las turberas son un tipo de humedal antiguo que se encuentra por todo el mundo y están compuestas por capas y capas de turba, o materia vegetal parcialmente descompuesta que se ha acumulado durante miles de años. Los pantanos y las ciénagas son tipos de turberas.
Kalimantan Occ, Indondesia: Indonesia es un punto crítico para las turberas —alberga aproximadamente un tercio del total de las turberas tropicales. © YKAN
Suelo antiguo: Estos antiguos humedales tardan miles de años en formarse; se acumulan centímetro a centímetro a partir de capas de plantas en descomposición. © Sydney Bezanson/TNC
Pantano del Norte, Minnesota: Las turberas saludables proporcionan seguridad hídrica, mantienen medios de subsistencia, la pesca locales, plantas, animales, y disminuyen inundaciones, sequías e incendios. © Derek Montgomery
Musgos del género Sphagnum: Una familia común de plantas que se encuentra en las turberas son los musgos del género Sphagnum, que incluyen cientos de especies diferentes. © Derek Montgomery
Páramos de Colombia: Las turberas almacenan carbono irrecuperable, carbono que no podemos recuperar a tiempo para evitar los peores efectos del cambio climático, ya que tardó miles de años. © Sebastian Di Domenico
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En Colombia, los investigadores de TNC llevaron a cabo un estudio sobre los páramos colombianos (un tipo importante de turbera en la región). Sus hallazgos, sobre cómo los páramos almacenan carbono y su valor para la economía local, ayudarán al Gobierno a incorporar mejor las turberas en su Contribución Determinada a Nivel Nacional (CDN) como parte del Acuerdo de París sobre el cambio climático.
En Mongolia, TNC trabaja con comunidades de pastores nómadas tradicionales para proteger las turberas. Estas comunidades influyen mucho en el uso sostenible de las turberas, que están ligadas a sus medios de subsistencia, al pastoreo estacional y a la regulación del agua. (información abajo en inglés)
En Indonesia, nuestra filial local, YKAN, lidera la ciencia en Kalimantan para demostrar el valor de las turberas en la lucha contra el cambio climático. Allí también están desarrollando estrategias de conservación de las turberas dirigidas por la comunidad que respaldan medios de vida sostenibles como la pesca y ayudan a reducir el riesgo de incendios. (información abajo en inglés)
En Minnesota, los científicos de TNC han elaborado un “Manual de estrategias para turberas”, que proporcionará a los profesionales de la conservación del estado la orientación técnica que necesitan para proteger las turberas que se mantienen saludables, rehumedecer las turberas parcialmente drenadas y restaurar las turberas totalmente drenadas. (información abajo en inglés)
TNC está cartografiando los ecosistemas de turberas, en gran parte indocumentados, de la cuenca alta del Okavango, en Angola. Nuestro objetivo es proteger este sumidero de carbono vital para el progreso climático al mismo tiempo que apoyamos a las comunidades locales y preservamos la biodiversidad. (información abajo en inglés)
TNC ha restaurado turberas en la llanura costera. Actualmente trabaja para restaurar 13.355 hectáreas (33.000 acres) y proteger 4.249 hectáreas (10.500 acres) en Carolina del Norte y Virginia. Ha desarrollado una metodología pionera para medir la reducción de emisiones, lo que permite a propietarios acceder a incentivos de mercado para restaurar turberas en la región. (información abajo en inglés
TNC colabora con los pueblos indígenas y las comunidades locales para hacer más sostenible la recolección de musgos de turba del género Sphagnum.
A pesar de sus beneficios, más del 90 % de los humedales neozelandeses se han visto alterados por un cambio en el uso de la tierra. TNC de Nueva Zelanda está estudiando si los proyectos de restauración de turberas podrían acceder a una financiación sostenible que permita la restauración de la naturaleza a través de créditos de carbono verde azulado.
TNC, en colaboración con la División de Pesca y Vida Silvestre del Departamento de Protección Ambiental de Nueva Jersey y otros socios, se ha embarcado en una campaña para mejorar el hábitat de la sección “Hyper Humus”, de aproximadamente 486 hectáreas (1.200 acres), del Área de Gestión de la Vida Silvestre de Paulinskill.
En tan solo una pequeña porción de superficie terrestre, el agua, el carbono y las tradiciones culturales calan hondo.
Aunque solo cubren el 3 % de la superficie terrestre, las turberas desempeñan un rol enorme en los ciclos del carbono y del agua.
Las las turberas almacenan el 10 % del agua dulce no congelada del planeta, lo que las hace esenciales para la salud de las comunidades.
A nivel mundial, las turberas almacenan una cuarta parte del carbono del suelo —más carbono que la biomasa forestal a nivel mundial.
En algunos casos, las subvenciones agrícolas crean incentivos a fin de drenarlas y darle otros usos a la tierra, como convertirlas en plantaciones de aceite de palma. Los incendios provocados por el hombre, la contaminación, la recolección para la industria hortícola y el deshielo del permafrost también constituyen amenazas para las turberas.
Estas turberas degradadas contribuyen hasta en un 5 % a las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero, pero esto puede revertirse una vez que las turberas vuelven a humedecerse.
Nuestras acciones en la próxima década determinarán si las turberas se convierten en un problema climático grave o en una parte vital de la solución climática. Podemos salvar estos ecosistemas críticos combinando los mejores conocimientos científicos y ecológicos tradicionales que tenemos a disposición, colaborando con los pueblos indígenas y las comunidades locales, y ofreciendo a sus guardianes financiación positiva para las turberas.
En tan solo una pequeña porción de superficie terrestre, el agua, el carbono y las tradiciones culturales calan hondo. Las turberas guardan el carbono y las historias de nuestro pasado, y son esenciales para un futuro habitable.
En TNC podemos contribuir significativamente a la acción global sobre las turberas gracias a nuestro liderazgo mundial en soluciones climáticas naturales (SCN) y a nuestras iniciativas actuales en turberas ubicadas en numerosas geografías clave. Combinamos experiencia y relaciones profundas en el terreno con conocimientos financieros, políticos, científicos y comunicativos para facilitar redes mundiales de aprendizaje.
Imaginamos comunidades de turberas que sean guardianas de los ecosistemas de turberas saludables, en las que se mantengan los medios de vida locales, así como los múltiples beneficios de las turberas para el clima, la naturaleza y las personas.
No, la restauración y la protección de las turberas por sí solas no pueden resolver el cambio climático, ya que estas y otras soluciones climáticas naturales deben ir acompañadas de la eliminación progresiva de los combustibles fósiles y la aceleración del desarrollo de las energías renovables (enlace en ingles)
Sin embargo, las turberas son de vital importancia para alcanzar los objetivos climáticos establecidos en el Acuerdo de París y contribuir a garantizar un planeta habitable.
Sí, las turberas en buenas condiciones emiten un poco de metano, pero cuando no se alteran, retienen mucho más del que emiten.
Las turberas saludables que emiten metano de forma natural debido a la falta de oxígeno en el suelo siguen siendo un sumidero de carbono neto a largo plazo. Si se alteran, las turberas emiten este metano almacenado, lo que contribuye al 10 % de las emisiones mundiales de metano.
El carbono se almacena en la turba y se emite en forma de CO2 o CH4 en función de la disponibilidad de oxígeno (pero el metano no se convierte en CO2). Cuando se drenan las turberas, disminuye la descomposición anaeróbica (lo que reduce las emisiones de metano) y aumenta la descomposición aeróbica (lo que aumenta las emisiones de CO2 y N2O). El efecto (de menores emisiones de CH4, pero mayores emisiones de CO2 y N2O) es un aumento sustancial de las emisiones netas de GEI tras el drenaje.
Las principales amenazas para las turberas son las acciones humanas de drenar o cosechar turba, y el cambio climático.
En algunos casos, las subvenciones agrícolas crean incentivos a fin de drenarlas y darle otros usos a la tierra, como convertirlas en plantaciones de aceite de palma. Los incendios provocados por el hombre, la contaminación, la recolección para la industria hortícola y el deshielo del permafrost también constituyen amenazas para las turberas.
Las turberas de Europa han estado sometidas al impacto humano durante siglos, lo que incluye la extracción de turba para su uso como combustible y el drenaje extensivo para el uso agrícola. En Canadá, el desarrollo de infraestructuras y la minería a gran escala constituyen una grave amenaza. En el sudeste asiático, la degradación de las turberas se debe principalmente a la agricultura industrial y al establecimiento de plantaciones. Las prospecciones petrolíferas y mineras pueden degradar considerablemente las turberas de la cuenca del Congo y la Amazonia peruana.
El cambio climático también supone riesgos importantes para las turberas y sus reservas de carbono. Los incendios y el aumento del nivel del mar amenazan las turberas de todos los biomas. El aumento de las temperaturas y los cambios en las precipitaciones provocarán emisiones de GEI en las turberas. El deshielo del permafrost es un riesgo creciente exclusivo de las turberas de latitudes altas, que pone en peligro importantes reservas de carbono.
Sí, las ciénagas son tipos de turberas. Algunos pantanos, pero no todos, pueden ser turberas.
En todo el mundo, las turberas reciben distintos nombres. Por ejemplo, el ecosistema de páramos de Colombia contiene turberas.
La ciencia ha demostrado que, junto con la reducción del uso de combustibles fósiles y el impulso a las energías renovables, las soluciones climáticas naturales pueden desempeñar un papel clave para evitar los peores efectos del cambio climático.