a loggerhead turtle swims away from a bed of seagrass
Aventurándose en Belice Una tortuga boba, en peligro de extinción, se aleja de los pastos marinos. © Claire Ryser/TNC Photo Contest 2019

Perspectivas

Cómo Belice está transformando el Caribe

Belice acaba de comprometerse a proteger el 30 % de su territorio oceánico, con el apoyo de la mayor inversión en impacto marino hasta la fecha

En muchos sentidos, Belice es un éxito en materia de conservación y un modelo a seguir en lo que respecta a la acción por el clima y la biodiversidad. Aunque el país solo tiene el tamaño de Nueva Jersey, en Estados Unidos, está repleto de flora y fauna únicas de esta región del Caribe y América Central, y gran parte de ese tesoro se encuentra en su costa cerúlea. Pero los activos naturales del país son algo más que un punto de orgullo: representan una parte importante y vital de su economía.

El Sistema de Reservas de la Barrera del Arrecife de Belice cuenta con tres de los cuatro atolones de coral del Atlántico, exuberantes bosques de manglares, numerosas islas costeras y, posiblemente, una de las áreas de praderas marinas más extensas del Caribe. Alberga 77 especies catalogadas como amenazadas por la UICN y una importante población de manatíes antillanos. 

Ahora, Belice ha reafirmado su liderazgo ambiental al convertirse en el primer país de las Américas en finalizar un bono azul para la conservación de los océanos, y uno que representa una inversión de impacto para la protección marina a una escala sin precedentes. Este compromiso permitirá a Belice reestructurar aproximadamente USD 550 millones de deuda comercial externa, monto que representa el 30 % del PIB del país, y reducir la deuda nacional en un 12%.

Seaweed harvesting in farms off the coast of Placencia Village, Belize.
COSECHA DE ALGAS EN BELICE Recolección de algas en granjas frente a la costa de Placencia Village, Belice. © The Nature Conservancy

La importancia de la conservación es igualmente impresionante: la inversión de Belice dirigirá USD 180 millones a la conservación de sus ecosistemas marinos durante las próximas dos décadas. Además el país se ha comprometido a proteger el 30 % de su territorio oceánico, lo cual logrará mediante un proceso de planificación espacial marina participativo e impulsado por las partes interesadas. Otras medidas de conservación importantes en la agenda incluyen el desarrollo de marcos de gobernanza para la pesca nacional y de alta mar, y la implementación de un marco regulatorio para proyectos de carbono azul costero. Todas estas acciones tienen el potencial de impulsar las economías locales y proteger un recurso de valor incalculable para los beliceños, la mitad de los cuales viven en comunidades costeras.

Los nuevos compromisos de Belice son especialmente notables en este segundo año de una década crítica para la naturaleza, con los países unidos para las reuniones de la ONU a fin de evitar la pérdida galopante de especies que amenaza a toda la vida en la Tierra, incluso cuando gran parte del mundo aún se tabalea por los estragos humanos y económicos causados por la pandemia. Si bien el destino turístico centroamericano ha sufrido impactos financieros descomunales, ha logrado posicionarse como uno de los primeros países de las Américas en asegurar un 30 % de protección de los océanos para 2030.

El valor de la naturaleza en Belice

Para quienes conocen la estrecha relación de los beliceños con la naturaleza, esta ambición puede no resultar sorprendente. Las 139.000 personas que viven en la costa dependen de la existencia de ecosistemas marinos sanos para obtener alimentos y trabajo, y la pesca comercial aporta $30 millones de dólares al PIB anual de Belice. Otros 209.000 visitantes se sienten atraídos por la región anualmente, donde gastan USD 81. El turismo genera el 41 % de los ingresos nacionales, de los cuales se calcula que el 25 % se basa en los arrecifes.

La UNESCO designó el Sistema de Reservas de la Barrera del Arrecife de Belice como Patrimonio de la Humanidad en 1996. Sin embargo, en 2009, su variedad de manglares, praderas marinas, marismas y otros hábitats de importancia mundial pasaron a formar parte de la Lista en Peligro de la UNESCO, amenazados por las exploraciones petroleras en el mar y los proyectos de desarrollo insostenibles, por no hablar de la intensificación de los impactos climáticos, como las tormentas más fuertes, las inundaciones, la erosión costera y el blanqueamiento del coral. 

Estas amenazas hacen que los logros de Belice sean tan impresionantes. En los últimos años, el gobierno ha impuesto una moratoria indefinida a las exploraciones petroleras en alta mar, ha prohibido el uso de barcos de arrastre en aguas beliceñas y ha trabajado para frenar la sobrepesca. En 2018, la UNESCO retiró la Barrera del Arrecife de Belice —la segunda más larga del mundo y un tercio de los 900 kilómetros del Arrecife Mesoamericano— de la lista de especies en peligro. 

La “brecha de financiamiento para la naturaleza” en Belice

Aun así, el país debe hacer frente a una brecha de financiamiento de aproximadamente USD 5 millones al año para hacer cumplir las leyes en áreas protegidas y los nuevos compromisos de conservación. Sin este innovador proyecto de financiación sostenible, la riqueza natural de Belice —junto con la economía azul que sustenta— seguiría en peligro.

Debido a la falta de recursos financieros y humanos para implementar y manejar los compromisos de conservación existentes, los recursos costeros y marinos de Belice se enfrentan a una intensa presión por la sobrepesca y el desarrollo costero descontrolado. El desarrollo en tierras de propiedad privada o arrendadas a menudo implica la tala y el terraplenado del hábitat de los manglares, que almacenan de cientos a miles de años de carbono de la biomasa y los suelos. La pérdida de manglares también expondría a las comunidades a mayores riesgos de tormentas y dañaría hábitats críticos junto con las especies que dependen de ellos, incluidos los tiburones ballena, el pez ángel, el pez loro, la tortuga carey en peligro crítico y docenas de corales.

Financiar las actividades de conservación de los océanos y adaptación al cambio climático es difícil para la mayoría de los países, pero el desafío es particularmente agudo para aquellos que dependen en gran medida de los recursos marinos vulnerables. Estos gobiernos suelen tener una gran carga de deuda, lo que limita aún más su capacidad para invertir en dichas actividades y, por lo tanto, perpetúa su vulnerabilidad a los desastres naturales y las recesiones económicas. Esto ha sido especialmente cierto en el caso de Belice a raíz de la COVID-19, y es ahí donde el modelo de los Bonos Azules puede ayudar. 

Fishing Fleet in Belize
FLOTA PESQUERA EN BELICE La pesca comercial aporta USD 30 millones al PIB anual de Belice © TNC Belize
Sowing in the Seas
sembrando en los mares Mariko Wallen y Louis Godfrey cuidan las algas en su granja en Placencia, Belice. © Randy Olson

El primer Bono Azul de TNC  en las Américas

En el corazón del modelo de los Bonos Azules hay un acuerdo básico. En este caso, Belice se ha comprometido a proteger al menos el 30 % (10.113 kilómetros cuadrados) de sus zonas oceánicas, incluidos los arrecifes de coral, las praderas marinas, manglares y otros hábitats marinos importantes. Para respaldar este compromiso, The Nature Conservancy (TNC) —dirigida por personal local en Belice— ha ayudado a reestructurar USD 550 millones de la deuda externa del país, lo que ha permitido reducir el saldo de la deuda pendiente y prolongar el período de amortización. 

Con los ahorros resultantes, el gobierno puede invertir en un fondo de conservación nacional e independiente que proporcionará millones de dólares en subvenciones a agencias gubernamentales y socios de conservación que trabajan en las áreas costeras y oceánicas de Belice, incluidas nuevas áreas protegidas. El resultado son 20 años de financiamiento directo para la conservación, alrededor de USD 4.2 millones anuales, así como financiamiento inicial de una dotación que se estima crecerá a USD 92 millones durante 20 años para mantener el financiamiento continuo después de que la deuda reestructurada haya sido reembolsada.

Este proyecto surgió cuando el gobierno de Belice solicitó la asistencia técnica de TNC para refinanciar su deuda comercial externa con el fin de generar fondos para la conservación, incluido el desarrollo y la implementación de un plan espacial marino (MSP), para equilibrar las necesidades de las personas y la naturaleza. La planificación espacial marina ofrece a los gobiernos, las comunidades locales y las industrias marinas procesos transparentes, equitativos y participativos para afrontar los desafíos, desarrollar soluciones eficaces y duraderas y planificar un futuro sostenible.

Mediante rigurosos procesos científicos, TNC identificó a Belice como un lugar donde las estrategias de deuda podrían generar importantes beneficios a largo plazo. Además de apoyar la transacción financiera, la organización también trabajará con socios locales para identificar actividades que combinen la conservación y las actividades económicas sostenibles, como la restauración de arrecifes para el turismo y la mejora de la gestión pesquera, asegurando que el proyecto respalde la conservación real y duradera de los océanos, como opuesto a los esfuerzos de protección "solo de nombre".

Conservación de los océanos en todo el mundo  

En 2016, la República de Seychelles se convirtió en la primera en mostrar cómo los países podían obtener un financiamiento sostenible a gran escala transformando su deuda en un nuevo flujo de efectivo para la conservación marina. En asociación con TNC, la nación insular utilizó una transacción similar para liberar USD 430.000 anuales para la conservación marina. Hasta 2020, Seychelles ha protegido 410.000 kilómetros cuadrados de océano —una superficie dos veces mayor que la de Gran Bretaña— y ha logrado proteger el 30 % de su territorio oceánico. 

Siguiendo el modelo de la transacción de Seychelles, pero a una escala financiera más de 15 veces mayor, Belice es líder no solo en las Américas, sino en el escenario mundial. La conservación de los océanos sigue siendo el menos abordado de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, a pesar de que el océano contribuye con un estimado de USD 3 billones al PIB mundial cada año.

Esto debe cambiar si queremos hacer realidad el resto de los ODS y encaminar al mundo por una senda más sostenible, porque solo tenemos un océano: las acciones buenas y malas se propagan a lo largo y ancho, con consecuencias a nivel mundial para la biodiversidad y el clima que todos necesitamos. 

Belice está demostrando que, con una gobernanza inteligente, los países pueden permitirse proteger su océano al mismo tiempo que proporcionan salud y riqueza a su población. Mientras los líderes mundiales se preparan para asumir nuevos compromisos en favor de la naturaleza, depende del resto del mundo decidir si esta corriente puede ayudar a cambiar el rumbo de la conservación marina.