Historias en Colombia

Ciencia liderada por comunidades indígenas en Solano Caquetá, un territorio que se investiga a sí mismo

Dos personas indígenas analizando información sobre una mesa de madera.
Conocimiento comunitario es la base para la protección del territorio y de la naturaleza

Solano, Caquetá, es uno de los municipios con mayor diversidad biológica de Sudamérica y en extensión el más grande Colombia, con una superficie superior a los 4 millones de hectáreas, se sitúa en la intersección de las cuencas del río Caquetá y el Yarí, en una zona estratégica para la conectividad hídrica y ecológica de la Amazonía. Sin embargo, su abundancia natural ha comenzado a ceder ante la presión de la pérdida acelerada de bosque. 

De acuerdo con datos de Global Forest Watch, en 2020 Solano contaba con 3,83 millones de hectáreas de bosque natural que cubrían el 91% de su territorio. Para 2024, había perdido 6.530 hectáreas, lo que equivale a liberar aproximadamente 4,5 millones de toneladas de CO₂ a la atmósfera. En este contexto, conservar ya no es solo proteger lo que está a salvo, sino comprender lo que está cambiando. Ver:  Los riesgos que enfrentan las comunidades en la frontera de la deforestación en Colombia

Así, las estrategias de conservación basadas en paradigmas occidentales pueden no ser suficientes si no dialogan con las necesidades, modos de vida y sistemas de conocimiento de los pueblos indígenas que habitan estos territorios. Desde hace doce años, TNC Colombia ha trabajado en el Mosaico de Conservación Intercultural de Solano con un enfoque diferencial, apoyando la implementación de los Planes de Manejo Territorial Ambiental —instrumentos construidos por las comunidades para ordenar su territorio y gestionar sus recursos naturales desde sus propias visiones.

Hombre de espaldas del equipo TNC navegando en canoa por el Rio Caquetá.
Conservación basada en comunidades El equipo de conservación ha sido basado en Comunidades que han liderado este trabajo.

Este proceso ha implicado el fortalecimiento de las capacidades de las Autoridades Territoriales Indígenas, instancias de gobierno propio que articulan el ejercicio del ordenamiento ambiental y cultural del territorio. Como resultado, se han construido, actualizado e implementado planes que impactan más de 240 mil hectáreas, y se ha trazado un camino colectivo mucho más ambicioso. 

Ver: Mosaicos de conservación para proteger la biodiversidad de Colombia 

 

Monitorear, de los mapas satelitales a la sabiduría local

Desde hace más de tres años TNC Colombia viene apoyando el desarrollo de una Estrategia de Ciencia liderada por Comunidades que promueve la generación de conocimiento del estado de los elementos naturales y culturales, para el manejo y protección de sus territorios. Proporcionando datos para consolidar una línea base de monitoreo comunitario que apoyan la toma de decisiones de las comunidades, permitiendo un diálogo entre los sistemas de conocimiento tradicional y occidental,

Durante el Encuentro de Ciencia Liderada por Comunidades, realizado en el mes de junio en Florencia, Caquetá, participaron 18 comunidades indígenas de Solano, más de 35 monitores comunitarios formados a lo largo del proceso; representantes de siete pueblos indígenas de la amazonia y referentes de procesos campesinos de otras partes del país. El evento fue un intercambio de experiencias, pero también una afirmación política: el monitoreo es el cuidado y respeto de su territorio y debe heredarse entre generaciones.

grupo de personasl del equipo de TNC en Caquetá.
Encuentro de ciencia Este encuentreo fue liderado por comunidades de la Amazonia el cual tuvo lugar en Junio de 2025.

Quote: Maikol Gutiérrez

La ciencia occidental muchas veces observa desde afuera. Nosotros registramos desde adentro. Caminamos el territorio, hablamos con nuestros abuelos, vemos el comportamiento de los animales, del agua y con eso construimos.

Joven monitor comunitario de Solano.

Cada uno de los Planes de Monitoreo Comunitario fue formulado de manera colectiva, con participación activa de sabedores, monitores, jóvenes, mujeres y autoridades indígenas de 18 comunidades pertenecientes a las asociaciones de ASCAINCA, ASIMC, CRIOMC y TANDACHIRIDU, para atender las necesidades de cada uno de los territorios respetando sus diferencias, sistemas de conocimiento, saberes y pensamiento espiritual y cultural. 

Su implementación se articula con un programa de formación con enfoque biocultural, que incluye la gestión y análisis de la información, así como el fortalecimiento de la investigación propia. En este marco, cada comunidad define los elementos a monitorear, las variables e indicadores, los lugares donde se hará el seguimiento, y la frecuencia con que se recolectarán los datos, anclándolo a la visión de cada pueblo.

Reunion de grupo de personas de trabajo comunitario de TNC Colombia con pueblos indígenas en la Amazonia.
Monitoreo comunitario este proceso de monitoreo comunitario avanza hace más de 4 años en Solano, Caquetá.

Cuando los datos se convierten en decisiones

Los temas priorizados por las comunidades para el monitoreo incluyen variables ambientales y culturales asociadas a: calidad del agua, peces de consumo, mamíferos, aves, flora (árboles, palmas y plantas medicinales), residuos sólidos, lengua materna, límites territoriales (linderos), clanes y participación.

Indígenas monitoreando especies.

Siempre integrando un proceso de concertación interna comunitaria lo que se considera un indicador legítimo. Los registros se hacen con tecnología apropiada como GPS, tablets, cámaras trampa, cuadernos comunitarios y multiparámetros; combinado con espacios propios como la chagra y los mambeaderos -donde se da el acompañamiento espiritual.

Conocer ayuda a conservar, porque si nosotros conocemos, tenemos nuestra percepción de nuestro territorio, de lo que hay. Ayuda a mejorar y administrar, todos esos recursos que tenemos y si hay algo que está fallando que está débil, que tenga problemas, ayuda a buscar estrategias para conservar ese recurso. Afirma Tatiana Ordoñez una de las monitoras formadas a lo largo del proceso.

Lejos de ser anecdótico o simbólico, este proceso busca generar información útil, verificable y comparable —con capacidad de incidir tanto a nivel local como institucional. Los datos generados a través del monitoreo comunitario no se quedan en los cuadernos ni en los informes. Es información que comenzará a traducirse en acciones concretas, en decisiones propias y en acuerdos internos de manejo territorial.

En algunas comunidades, la información obtenida ha funcionado para encontrar especies que se creían extintas a nivel local, fortalecer conocimiento tradicional en torno a referentes culturales y a fortalecer los calendarios ecológicos.

En territorios como los de El Triunfo, Ismuina y Coropoya, a partir de la disminución de árboles frutales, maderables o medicinales, se han impulsado acciones de monitoreo comunitario ligado a acciones para restaurar sus bosques. En Santa Cecilia y Niñeras, los registros sobre lengua materna han servido para reforzar procesos culturales y educativos, con materiales pedagógicos en lengua propia. En otros casos, los datos podrán respaldar solicitudes de apoyo institucional para mejorar la calidad del agua y conocer el estado de sus linderos. 

Además de sus efectos ambientales, el proceso ha fortalecido el tejido social y organizativo. Más de 35 monitores comunitarios —el 42% mujeres— han asumido un rol activo en la producción y gestión de información, lo cual ha ampliado la participación en las asambleas y creado nuevas formas de liderazgo de jóvenes y mujeres. Para muchas mujeres, el monitoreo ha sido una puerta de entrada a espacios de decisión.

Es un reto muy grande para nosotras porque desconocíamos sobre el tema de las mediciones entonces con la ayuda de diferentes capacitaciones, sobre monitoreo, fuimos lentamente aprendiendo a manejar la aplicación y a tener más espacios de participación. Afirma María Fenid,  monitora del territorio de Ismuina.

Sostener el proceso también implica desafíos

Aunque el proceso de ciencia liderada por comunidades ha demostrado su pertinencia y capacidad transformadora, donde se ha venido generando gran calidad de información en poco tiempo, todavía enfrenta desafíos importantes como asegurar la financiación para dar continuidad a mediano y largo plazo, incluir nuevos territorios y pueblos para su escalamiento. Teniendo en cuenta condiciones inherentes a la Amazonia, como conectividad, seguridad y acceso a tecnologías, que resultan en muchos casos resultan un reto para la sistematización de la información. 

Mujer indígena mirando fotografía colgada.
Los más de 100 asistentes al encuentro compartieron resultados de sus ejercicios de monitoreo.

En estos contextos, el conocimiento comunitario —especialmente cuando evidencia transformaciones ambientales— puede volverse sensible o incluso riesgoso si no se protege adecuadamente su uso y circulación, para esto ha sido clave la confianza generada entre TNC y las asociaciones, en las que existen acuerdos de confidencialidad sobre el uso de la información, asegurando la protección de datos y el conocimiento tradicional.

Hacia una Red de Monitores Comunitarios 

Frente a estos retos, durante el Encuentro de Ciencia Liderada por Comunidades en Florencia se discutió una iniciativa concreta: conformar una Red de Monitores Comunitarios, liderada por las propias comunidades, con el fin de compartir metodologías, fortalecer capacidades, articularse con redes similares del país y promover el diálogo de saberes en condiciones de equidad.

Ver: Las redes de monitoreo que buscan conservar la biodiversidad en Caquetá

Círculo de la palabra entre personas de pueblos indígenas.

Este camino apunta no solo a la sostenibilidad técnica del monitoreo, sino a su apropiación: que el conocimiento producido desde las comunidades no se instrumentalice ni se marginalice, sino que sea reconocido como un aporte legítimo, necesario y complementario a los sistemas de conocimiento occidental.

Hombre indígena mirando al horizonte a la orilla de un rio en el atardecer.

Solano está demostrando que el conocimiento no solo se produce en laboratorios o centros académicos. También se genera en las chagras, en las lagunas, en la oralidad los relatos de los abuelos y abuelas, en los recorridos por el bosque, en los registros que hacen jóvenes y mayores con libreta en mano. La ciencia liderada por comunidades no pretende reemplazar otras formas de saber, pero sí exige ser reconocida como lo que es: una apuesta metodológica, política y técnica por comprender el territorio desde adentro.

Porque no hay conservación posible sin justicia territorial, ni datos útiles sin participación real. Y porque cuidar el bosque también significa cuidar a quienes lo habitan y lo conocen desde siempre.