Variedad de frutas picadas a la mitad
Collection of Tropical Fruit The vast scale of our food system means it can be one of the greatest levers for positive change to the planet. © Luke Michael

Perspectivas

El sistema alimentario global está listo para cambiar

Cómo la mayor amenaza para la naturaleza hoy en día podría convertirse en su mejor aliado

Jennifer Morris, directora ejecutiva de TNC
Jennifer Morris Directora Ejecutiva

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Pocas cosas dan forma de nuestro planeta a la escala que lo hace la alimentación, y hoy en día vamos por un camino peligroso, pues la producción de alimentos sigue acelerando el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Para hacer más grave el reto, necesitamos producir aún más comida. Se espera que la población global crezca hasta llegar a cerca de diez mil millones de personas y que los ingresos globales casi se tripliquen para 2050, y la ONU calcula que eso implica un aumento del 50 por ciento en la demanda total de alimentos y un aumento del 73 por ciento en la demanda de proteína animal.

Hasta ahora la interacción entre agricultura y medio ambiente ha sido vista como un juego de suma cero. Se ha pensado que hacer algo de daño ambiental es un sacrificio desafortunado pero necesario para poder aumentar la producción de alimentos y dar de comer a la humanidad. Esto, sin embargo, no tiene que ser así: sabemos cómo alimentar a una población en aumento sin destruir el planeta, pero debemos pensar más allá de solamente producir y reducir el daño. Tenemos que invertir ahora para transitar hacia sistemas alimentarios que restauren la naturaleza en lugar de degradarla. 

Sistemas alimentarios regenerativos (2:53) ¿Cómo pueden los sistemas alimentarios regenerativos sanar el planeta y alimentar al mundo? Podemos producir alimentos que no sólo eviten causar daños, sino que restauren activamente la naturaleza y reviertan los daños anteriores. Así son los sistemas alimentarios regenerativos.

Una amenaza creciente, y una oportunidad aún más grande.

La producción de alimentos ha alterado nuestro planeta más que ninguna otra actividad humana. Es responsable del 24 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero y del 70 por ciento del uso de agua dulce y es quizá la principal causa de pérdida de biodiversidad. La producción de alimentos también es la causa del 80 por ciento de la pérdida global de hábitats –una tendencia que se acelera.

Además de la creciente demanda de alimentos, muchas prácticas agropecuarias degradan activamente la salud de los suelos a lo largo del tiempo, hasta que llega un punto en el que éstos ya no son productivos. A menudo los agricultores son obligados a abandonar las tierras degradadas y a convertir nuevos paisajes para obtener cosechas o pastorear. Si no revertimos estas tendencias, podríamos perder otros 400 millones de hectáreas de hábitat natural antes de 2050 —un área del doble de México—. 

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Llegamos a un punto de inflexión en la historia: nunca ha habido un mejor momento —ni un momento más importante— para hacer cambios positivos en todos los sectores de producción de alimentos.

Con todo, la enorme escala de nuestro sistema alimentario implica que puede ser una de las mayores palancas para impulsar un cambio positivo para el planeta. Llegamos a un punto de inflexión en la historia: nunca ha habido un mejor momento —ni un momento más importante— para hacer cambios positivos en todos los sectores de producción de alimentos.

Reporte: Recuperación naturalmente positiva

Principios para invertir en empleos basados en la naturaleza e iniciativas para estimular la economía post-COVID 

Lea el reporte de Nature4Climate

El golpe económico provocado por la pandemia de COVID-19 ha dejado a muchos en los países del mundo enfrentando problemas para reconstruir sociedades y economías, pero hay un reconocimiento cada vez mayor de que no puede haber un regreso a lo “normal”. Podemos construir algo mejor: un sistema económico que sea, en palabras de la líder del FMI Kristalina Georgieva, “más verde, más inteligente y más justo para todos”.

La producción de alimentos no es solamente la principal fuerza que afecta a la naturaleza: también es responsable de casi el 10 por ciento de la economía global, de forma que si queremos economías más verdes y más justas un objetivo principal debe ser transformar nuestra economía alimentaria para sostener a la naturaleza, al tiempo que también alimentamos más gente y apoyamos los medios de vida de agricultores, pescadores y otros productores. 

¿Suena como una tarea imposible? Es perfectamente posible. De hecho, las semillas para esta transformación ya fueron sembradas. Se trata del cambio a sistemas alimentarios regenerativos. 

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INVETIR EN EL FUTURO Acelerar la adopción de prácticas productivas regenerativas dentro de la economía alimentaria global podría ser la forma más efectiva en costos para restaurar la naturaleza. © Johnny McClung

¿Qué son los sistemas alimentarios regenerativos?

Los sistemas alimentarios regenerativos usan técnicas productivas que no solamente evitan la degradación de la naturaleza, sino que también trabajan activamente para restaurarla, al tiempo que mantienen o aumentan la producción de alimentos. 

Un sistema alimentario para restaurar el planeta

Más allá de la sostenibilidad: la pandemia ha expuesto las grietas en nuestro sistema alimentario, así que invirtamos para el futuro ahora. Lea el texto de Michael Doane

Las prácticas regenerativas de suelo son un ejemplo claro. Las técnicas de siembra en surcos con labranza reducida o sin arar, o el uso de coberturas vegetales, pueden restaurar la compleja biología de los suelos que es clave para la producción a largo plazo, al tiempo que capturan mayores emisiones de gases de efecto invernadero y reducen los escurrimientos de nutrientes. Ofrecen así más comida un medio ambiente más sano.

La salud de los suelos es solamente un ejemplo, ya que los sistemas alimentarios regenerativos pueden incluir también mejoras en el pastoreo, acuacultura regenerativa y mejor manejo de las pesquerías. Acelerar la adopción de prácticas productivas regenerativas en el marco de la economía alimentaria global podría ser nuestra oportunidad más eficiente en costos para restaurar la naturaleza. En The Nature Conservancy nos inspiramos en el potencial pragmático de esta oportunidad. 

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ANCÓN, PERÚ. Buzos Pescadores trabajan con el programa de Océanos de TNC en Perú para manejar su pesquería en forma más sustentable. © Jason Houston
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LIMA, PERÚ. La terminal pesquera Villa María del Triunfo, en la que los pescadores de Ancón esperan abrir un puesto y vender directamente a los compradores. © ©Jason Houston

La escala de la oportunidad

Hoy en día, el 37 por ciento de la superficie terrestre del planeta se usa para producir alimentos, sin mencionar la comida que obtenemos en los océanos, que constituye una porción cada vez mayor de las dietas globales. Implementar prácticas regenerativas en todos estos paisajes terrestres y marinos supone una enorme oportunidad, pero también es un reto hercúleo. Se requiere de un cambio en todo el sistema, que vaya más allá de los agricultores, pescadores y ganaderos. Aquí va cómo podemos lograrlo. 

Animar a los gobiernos a reformar los subsidios

Para empezar, podemos trabajar con los generadores globales de políticas públicas para mejorar la política fiscal en torno a los alimentos. Globalmente, los gobiernos gastan hasta US$ 500.000 millones en subsidios agropecuarios, forestales y pesqueros que degradan la naturaleza —más del doble de lo que gastan en protegerla o restaurarla—. Debemos trabajar con los generadores de políticas públicas para cambiar estos subsidios y alejarlos de las prácticas que se centran exclusivamente en la producción y en su oferta para apoyar a los productores en este cambio hacia prácticas regenerativas que restauren la salud de los suelos y las aguas al tiempo que sostienen o aumentan la producción. 

Reporte: Finanzas para la naturaleza

La evaluación más amplia hasta la fecha sobre cuánto gasta el mundo en beneficiar a la naturaleza, cuánto más deberíamos gastar y cómo podríamos acercarnos a llenar esa brecha ahora. Lea el reporte ahora

Este cambio es crucial, no solamente para la seguridad de largo plazo en la producción de alimentos, sino también para lidiar con las crisis planetarias gemelas que afectan a nuestra sociedad: el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. La reforma de los subsidios agropecuarios es quizá lo más importante que podemos hacer para cerrar la brecha de financiamiento para la biodiversidad —la diferencia entre lo que gastamos hoy en día en proteger a la naturaleza y lo que deberíamos estar gastando— según el nuevo reporte del Paulson Institute, TNC y el Centro Cornell Atkinson para la Sustentabilidad. De hecho, aproximadamente el 40 por ciento de los US$ 700.000 millones de dólares de la brecha financiera podrían cerrarse solamente redirigiendo los subsidios para apoyar la producción positiva para la naturaleza. 

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Debemos pensar más allá de producir más y reducir el daño; podemos invertir ahora para cambiar a un sistema alimentario que restaure la naturaleza en lugar de agotarla.

Premiar a los actores en el mercado por su desempeño

Los subsidios gubernamentales sostienen realidades en el mercado, y los actores del mercado a todo lo largo de la cadena productiva alimentaria asumen cada vez más responsabilidades por su papel en el apoyo a la naturaleza. Sin embargo, si bien muchas compañías que trabajan de cara a los consumidores han hecho avances en transparencia y rendición de cuentas, no hay un progreso similar en el resto de la cadena. Mientras no lo haya será difícil premiar a los productores por sus buenas prácticas. 

Docenas de compañías firmaron un compromiso para eliminar la deforestación y el cambio de uso de suelo de sus cadenas productivas antes de 2020 y ninguna cumplió su promesa. Los comerciantes de soya y carne de res todavía no reportan indicadores básicos sobre cambio de uso del suelo como se recomendó en el Marco de Rendición de Cuentas, que muchas empresas citan como un punto de referencia para sus compromisos. Sencillamente no podemos aceptar otra década de objetivos que no se cumplen y es hora de exigir más. Hay una creciente disposición a recompensar a las empresas que avanzan hacia esas metas, pero no podemos premiar su desempeño si no lo reportan. 

Reconocer y apoyar a los pequeños productores, las comunidades rurales y los pueblos indígenas

La transformación global no implica exclusivamente trabajar con productores masivos. Podemos considerar llevar a otra escala las oportunidades en términos de influencia y de mera cantidad. Hay más de 570 millones de unidades agropecuarias en el mundo y la mayor parte son pequeñas y familiares. De hecho, las unidades productivas familiares manejan casi el 75 por ciento de los terrenos agropecuarios del planeta. Eso hace de los pequeños productores un actor clave para la adopción global de prácticas regenerativas. Los pueblos indígenas juegan un rol particularmente importante, pues sus tierras tienen una enorme porción de la biodiversidad del mundo y de los almacenes naturales de carbono. 

Sin embargo, las comunidades indígenas a menudo pasan problemas para que su tenencia de la tierra sea reconocida. Apoyar sus contribuciones a la transformación regenerativa implica actuar para proteger sus derechos. Otras comunidades quizá no tengan el capital o las capacidades para hacer el cambio a prácticas regenerativas por sí solas. Los gobiernos, las corporaciones y las ONG como TNC pueden jugar un papel muy importante en ayudar a esos millones de productores a adoptar prácticas regenerativas que mejorarán la salud del planeta y sus operaciones a largo plazo. 

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LA COMIDA NOS UNE. Cultural, económica y biológicamente, la comida es una de las fuerzas más poderosas que conforman la vida humana. © Victoria Shes

Es tiempo de crecer en positivo

Nuestra necesidad de alimentos no se irá ni disminuirá: está creciendo. La forma en la que hoy la cultivamos está degradando el planeta de forma que, paradójicamente, hace más y más difícil cultivar alimentos. Sin embargo, estoy convencida de que podemos escapar de esta espiral hacia el fondo. Al aprovechar el paso de la innovación tecnológica y la ciencia de la regeneración —que evoluciona tan rápido—, y al capitalizar los nuevos compromisos de las compañías globales hacia los modelos de negocio regenerativos, hay una nueva economía alimentaria en el horizonte. 

Nuestra mejor opción es un sistema alimentario regenerativo, no solamente para proteger a la naturaleza, sino para asegurar que la vida humana sobreviva y florezca. Juntos podemos convertir la que es hoy la mayor amenaza para la naturaleza en nuestra mayor oportunidad, un sistema alimentario que genere crecimiento positivo para las comunidades, las economías y el planeta. 

Jennifer Morris, directora ejecutiva de TNC

Jennifer Morris es la Directora Ejecutiva de The Nature Conservancy.

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