KENTUCKY, USA Calle arbolada en Louisville. © Randy Olson

Perspectivas

¿Ciudades más verdes, ciudades más sanas?

La naturaleza tiene un papel importante que jugar en la planeación urbana y en la salud humana.

Por Rob McDonald, científico en jefe, Ciudades Globales

“En estos tiempos sin precedentes”… Ya sabemos: la frase se ha vuelto un cliché, pero no por eso es menos cierta: vivimos tiempos sin precedentes, y todos estamos trabajando a toda máquina para entender qué implica el COVID-19 para el mundo. Como parte de nuestro esfuerzo por explicar estos asuntos, estaremos publicando una nueva serie de perspectivas semanales de algunos de los mejores científicos de TNC, para que compartan su experiencia y hablen de la relación entre la naturaleza y la salud pública, y sobre lo que la naturaleza puede hacer por nuestras comunidades en estos tiempos… bueno, sin precedentes.


 

En este tiempo de distanciamiento social por el COVID-19 he estado trabajando y haciendo deberes escolares en casa con dos niños con mucha energía en un pequeño departamento en la ciudad. Lo que me ha mantenido cuerdo son las caminatas diarias con mis hijos, saliendo por la puerta trasera y caminando un par de cuadras hasta un pequeño remanente de un bosque cerca de un arroyo, donde podemos tirar piedras al agua y escuchar a las aves de primavera que llegan a Washington, DC.

Las noticias y las redes sociales están llenas de gente como yo, que camina o corre cerca de casa, tratando de salir sin violar el distanciamiento social ni las guías de la cuarentena.

Brooklyn Bridge Park looking towards Manhattan.
CORRER EN NUEVA YORK El Parque del Puente de Brooklyn, con vistas a Manhattan. © Kevin Arnold

En algunos lugares, los encargados de la salud pública han afirmado que hacer ejercicio al aire libre o pasar tiempo en un patio es seguro, siempre que no estés enfermo y mantengas tu distancia ante los demás, y se han publicado artículos científicos que explican que pasar tiempo afuera ofrece beneficios de salud mental y física demostrables.

Un estudio que publicamos unos colegas y yo en Sustainable Earth en 2018 hizo un repaso de lo que muchos otros investigadores han encontrado: que vivir en ambientes urbanos densos aumenta los niveles de estrés, pero inclusive las interacciones breves con el mundo natural pueden mitigar algunos de los efectos negativos de ese estrés.

En este tiempo de quedarse en casa, muchos de nosotros buscamos el escape que conseguimos al salir, aunque sea por unos minutos. Sin embargo, uno puede no darse cuenta de lo importante que es ese efecto, y de hecho la exposición a la naturaleza se ha relacionado con reducciones en la depresión, la ansiedad y la esquizofrenia.

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La naturaleza es un factor relativamente pequeño entre los determinantes de la salud humana, pero el tiempo al aire libre ofrece beneficios mensurables para la salud mental y física.

Vivir cerca de la naturaleza también tiene beneficios fisiológicos bien establecidos. El acceso a los parques y senderos tiende a aumentar la actividad física de los residentes, lo que conlleva una reducción en obesidad y ofrece mil otras mejoras en la salud. Investigaciones iniciales han comenzado a indicar que los barrios con más árboles tienen menor prevalencia de enfermedades cardiacas y respiratorias -una conexión que estamos investigando más a fondo en el proyecto Green Heart Louisville (Louisville de Corazón Verde).

La cobertura arbórea también influye en las islas de calor urbanas -un término que describe los efectos de la radiación de calor de los edificios y las calles, que hace que las ciudades sean más calientes que las áreas circundantes. Las áreas con árboles pueden ser varios grados más frías, e investigaciones de TNC han encontrado que este nivel de enfriamiento tiene el potencial de salvar miles de vidas por todo el planeta durante las olas de calor.

Incluso mirar la  naturaleza a través de la  ventana de un hospital puede generar beneficios. Un estudio estableció que los pacientes de cirugía con vistas a la naturaleza se recuperaban más pronto que los que tenían cuartos con vista a una autopista con mucho tráfico.

Veasna Johnson and Anthony Okocha celebrate the first day of summer with a picnic at Chicago’s Montrose Beach Dunes, Illinois.
PARQUE MONTROSE, CHICAGO Abrir espacio para que la naturaleza florezca en las ciudades tiene mil beneficios para la gente. © Jennifer Emerling

Encontrar todos los hilos de los determinantes genéticos y sociales de la salud humana siempre es complejo, y podría ser impreciso afirmar que el acceso a la naturaleza puede prevenir una enfermedad, pero nuevas e intrigantes conexiones están surgiendo cada día, conforme más investigadores concentran su trabajo en el nexo entre naturaleza y salud.

Con todo, es importante resaltar que el acceso a los beneficios de la salud que la naturaleza puede ofrecer no están distribuidos al parejo. Investigaciones recientes de TNC indican que en Estados Unidos la cobertura arbórea está relacionada con los ingresos de un barrio, aún cuando se ajustan los resultados para tomar en cuenta la densidad de la población de diferentes comunidades. Conforme cambia el clima, el calor es una preocupación de justicia ambiental muy real.

Sé que la naturaleza es un factor relativamente pequeño cuando tomamos en cuenta todos los determinantes de la salud humana, pero es un factor que puede empezar a lidiar con algunas de las desigualdades de nuestro sistema de salud. Ofrecer más naturaleza a las comunidades es muchas veces una medida de salud pública muy efectiva en costos, que ofrece beneficios adicionales, desde el hábitat para la vida silvestre hasta el manejo del agua de las tormentas o las inundaciones o la belleza natural.

Hace un siglo, los planificadores de las ciudades añadían parques públicos y sistemas de tratamiento de aguas para mejorar la salud pública. Hoy, añadir otras formas de infraestructura natural a las ciudades es el siguiente paso en ese camino hacia comunidades más saludables y habitables.

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Explora nuestras reflexiones sobre las posibles soluciones para afrontar los desafíos más complejos que enfrenta la humanidad y nuestra casa en común: el planeta.