La Cuenca Amazónica: vital para nuestro planeta y toda la humanidad.
El ritmo de los ríos
Navegando la cuenca amazónica en un mundo marcado por el cambio climático
Septiembre 15, 2025

“Cuando el río empieza a crecer, cambia su sonido”.
Aquiles Wiles Piranga Cruz, miembro del pueblo indígena Koreguaje del departamento de Caquetá, Colombia, ha pasado su vida escuchando los ríos. Sus palabras reflejan un conocimiento ancestral profundo, compartido por más de 500 pueblos indígenas, que milenariamente han vivido en sintonía con las aguas de la cuenca amazónica.
Al abarcar ocho países y cubrir 40 % de Sudamérica, esta cuenca alberga el bosque tropical más grande del planeta. A medida que el cambio climático se intensifica, el mundo ha centrado su atención en la capacidad de los bosques tropicales de la Amazonía para almacenar carbono (uno de los principales causantes del calentamiento global)—y en las consecuencias devastadoras de su pérdida.
Pero bajo el verdor del follaje del bosque, es el agua la que da vida a la Amazonía. Miles de ríos, arroyos y humedales entrelazados conforman la red de agua dulce más compleja del planeta. Esta vasta red no solo alimenta la selva, sino que regula el clima global: genera una de cada cinco gotas de lluvia que caen sobre la Tierra. En sus aguas habitan más de 2700 especies de peces y sus corrientes sustentan a 47 millones de personas, incluidos 2.2 millones de indígenas como Piranga, cuya vida está profundamente entrelazada con el pulso de los ríos.
Para estas comunidades que habitan en lo profundo de la selva, el cambio climático no es una abstracción: se manifiesta en el vaivén impredecible de los ríos, en lluvias que ya no siguen ritmos ancestrales, en la erosión de las riberas y en la contaminación de los flujos que dan vida. Su supervivencia depende de su capacidad de adaptación.
La cuenca amazónica…
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Genera una de cada cinco gotas de lluvia
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2700+
Alberga más de 2700 especies de peces
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47M
Sustenta 47 millones de personas, incluyendo 2.2 millones de indígenas
Quote: Aquiles Wiles Piranga Cruz

“Ahora llueve en cualquier época, en cualquier momento".
Cuando el agua deja de fluir: ciclos de disrupción en la cuenca amazónica
En 2024, la cuenca amazónica enfrentó una de las peores sequías registradas en 120 años, reduciendo los ríos a niveles históricamente bajos. Al mismo tiempo, tormentas impredecibles e inundaciones repentinas azotaron las riberas, marcando un ciclo hídrico cada vez más extremo. Un estudio reciente sobre las características de los anillos de los árboles (enlace en inglés) en la selva amazónica revela una tendencia preocupante: las temporadas húmedas traen lluvias más intensas, mientras que las secas se alargan, rompiendo el equilibrio que antes regía el pulso del agua.
Piranga percibe estos cambios a lo largo del río Orteguaza, un afluente que desemboca en el río Caquetá justo antes de llegar al centro urbano de Solano. El Caquetá, uno de los ríos más largos de la cuenca, guía arroyos, quebradas y ríos menores como el Orteguaza hacia el Amazonas y, eventualmente, al océano Atlántico. Pero no solo transporta agua, también conecta vidas. El río Caquetá es la única vía de acceso a muchas de las poblaciones remotas, donde Aquiles y cientos de comunidades indígenas construyen sus hogares y sus futuros.
“Todo se mueve aquí por el agua”, dice Roberto Ordoñez, líder de la comunidad indígena Ismuina, también residente del municipio de Solano. “Desde Florencia—la capital del departamento de Caquetá—son cuatro horas en lancha motorizada para llegar a Solano”.


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Efectos en cadena: amenazas agravadas por el cambio climático
A medida que las inundaciones y las sequías dificultan la navegación fluvial para Roberto, las presiones sobre el uso del suelo intensifican los impactos del cambio climático.
“La fragmentación causada por represas; la deforestación para la agricultura, minería y extracción de petróleo; y la pesca no sostenible agudizan los impactos del cambio climático sobre los cuerpos de agua de la cuenca”, explica Silvia Benítez, directora de Agua Dulce para TNC América Latina. “Los ríos son sistemas interconectados, lo que significa que lo que ocurre en la parte alta de la cuenca tiene repercusiones la parte baja, afectando a las comunidades locales y las especies de agua dulce—a veces, incluso a miles de kilómetros de distancia”.
Por ejemplo, la agricultura, tala y minería no sostenibles eliminan los árboles de las riberas. Sin esta protección natural, las inundaciones provocadas por el clima erosionan las orillas, ensanchando los ríos, haciéndolos menos profundos y más vulnerables a secarse durante las épocas secas, explica Ordoñez.
Quote: Roberto Ordoñez

“Para nosotros, es esencial que el cauce del río no se seque. Porque así es como llevamos a cabo todo nuestro sistema de comercio y comunicación. Así traemos los productos que no se producen aquí en el territorio”.




La degradación del paisaje no solo desestabiliza las riberas—interrumpe todo el ciclo del agua. Sin árboles que absorban la lluvia y retengan la humedad, tanto las sequías como las inundaciones se vuelven más extremas. Ante este panorama las comunidades locales vienen implementando soluciones desde sus conocimientos tradicionales, como la restauración de sus tierras con árboles nativos y el aprovechamiento sostenible del bosque y sus frutos.

De Caquetá a Tapajós: una respuesta a escala de cuenca frente al cambio climático
Aunque las comunidades de la cuenca Amazónica están ampliamente dispersas, enfrentan desafíos similares—y están encontrando soluciones en la naturaleza.
“Las comunidades se están adaptando al cambio climático integrando Soluciones basadas en la Naturaleza—esfuerzos que buscan restaurar la naturaleza y protegerse de los impactos climáticos—con sistemas de conocimiento tradicional indígena”, explica Juanita González, líder de Soluciones Basadas en la Naturaleza para la Adaptación en TNC Colombia.
En la parte alta de la cuenca del Caquetá, las comunidades indígenas están colaborando con científicos de TNC para proteger la calidad del agua y fortalecer sus territorios mediante el monitoreo de los impactos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad, compartiendo prácticas sostenibles de agricultura y control de plagas, e implementando chagras—sistemas agrícolas tradicionales que estabilizan las riberas, absorben inundaciones, filtran el agua dulce y preservan el patrimonio ancestral.
“Además, están integrando estas Soluciones basadas en la Naturaleza en sus Planes de Ordenamiento Territorial—planes comunitarios diseñados para la organización del territorio y la gestión de los recursos naturales, basados en el conocimiento y las tradiciones ancestrales”, añade González.
Aguas abajo, a lo largo del río Tapajós, en Brasil, la misma combinación de degradación del paisaje y cambio climático amenaza a los peces que son vitales para la dieta y economía local. Cuando se talan los bosques, la tierra ya no puede filtrar el agua que la atraviesan. Los ríos se vuelven turbios y contaminados y asfixian a las poblaciones de peces, de las cuales dependen los pescadores locales, mientras que las inundaciones y sequías dificultan su migración.


“La mayoría de los peces son muy sensibles a los cambios en la calidad del agua”, dice Frank Ribeiro, investigador de la Universidad Federal del Oeste de Pará, Brasil, quien estudia los efectos del cambio climático en las poblaciones de peces en los afluentes del Amazonas como parte del Proyecto Agua de Tapajós. “Si el entorno es pobre, los peces no se quedan allí—no es adecuado para su supervivencia”.
Ribeiro y su equipo, en colaboración con TNC, están trabajando para fortalecer las comunidades en sus esfuerzos por conservar la biodiversidad acuática y los recursos de agua dulce. Proteger y restaurar los bosques es solo una de las estrategias que podrían implementar para preservar las pesquerías vitales.
Quote: Edmar Gomes
“El agua es vida—para nosotros, para todos aquí. Dependemos del río y de su agua”.
Edmar Gomes es uno de los pescadores que participa en el Proyecto Agua de Tapajós, el cual establece límites sostenibles de captura para mantener poblaciones saludables de peces. El proyecto también busca proteger hábitats de reproducción y cría, mientras garantiza que miembros de la comunidad como él tengan un papel protagónico en las decisiones de manejo pesquero.
Adaptarse con la naturaleza
En toda la cuenca Amazónica, estos proyectos son reflejo de un movimiento creciente. Comunidades locales, científicos y responsables de políticas públicas están uniendo esfuerzos y desplegando diversas estrategias para enfrentar los cambios climáticos que transforman la región día a día:
Conexión: la cuenca Amazónica debe protegerse como un sistema interconectado de aguas. Esto implica conservar ríos de flujo libre, evitar la fragmentación fluvial, frenar la deforestación y promover un manejo efectivo de las áreas ya protegidas. También incluye apoyar y fortalecer los derechos territoriales indígenas.
Colaboración: líderes indígenas como Piranga y Ordoñez están guiando los esfuerzos para proteger sus aguas. En la cuenca del Caquetá, las alianzas de TNC respaldan el liderazgo indígena en el diseño e implementación de estrategias locales de resiliencia.
Restauración: reforestar tierras, restaurar humedales y planicies inundables, y adoptar prácticas agrícolas sostenibles ayuda a regular los flujos de agua, reducir los riesgos de inundaciones y sequías, y mejorar la calidad del agua, al tiempo que se protege la biodiversidad y el almacenamiento de carbono.
Manejo sostenible: acuerdos comunitarios respaldados por la ciencia, como los que guían la gestión pesquera en el río Tapajós en Brasil, protegen los recursos naturales y sostienen las economías locales frente a los impactos del cambio climático.
Conocimiento ancestral y tecnología predictiva: las comunidades amazónicas poseen un conocimiento profundo y generacional sobre los sistemas intrincados de la cuenca. Al combinar este saber con herramientas basadas en datos—como modelos hidrológicos y evaluaciones de riesgo climático—gobiernos y comunidades pueden anticipar inundaciones y sequías con mayor precisión, y diseñar respuestas que se adapten a cada contexto.
- Incidencia regional: los ríos de la Amazonía no conocen fronteras, y las políticas climáticas tampoco deberían hacerlo. La coordinación entre países, tanto en la parte alta y baja de la cuenca, es clave para proteger nacimientos de agua, promover prácticas sostenibles y mantener corredores ecológicos que permiten la migración de especies.
Fluir hacia el futuro
La cuenca amazónica es un lugar de conexión profunda: entre ríos, personas, tierras y especies. A medida que el cambio climático amenaza con romper estos lazos, las comunidades indígenas están mostrando al mundo cómo adaptarse con la naturaleza. Su liderazgo ofrece un camino hacia el futuro, no solo para la Amazonía, sino para todos nosotros.
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