En lo profundo de la Amazonía colombiana, la Asociación de Cabildos Murui Muina del alto río Caquetá (ASCAINCA), le apuesta a convertir en jugos, pulpas y mermeladas sus frutos tradicionales, a la vez que conservan el bosque y la biodiversidad, generan ingresos para la comunidad y fortalecen sus saberes ancestrales.
Por María Camila Peña, Gerente de Contenidos, TNC América Latina
“Cada planta tiene un espíritu y el de la canangucha es un espíritu potente y antiguo”, dice la abuela Irma García del Resguardo El Quince, del municipio de Solano, una de las cinco comunidades que hacen parte de la Asociación de Cabildos Murui Muina del alto río Caquetá (ASCAINCA). La abuela supo desde muy joven que su vocación era convertirse en consejera de su cabildo, su anhelo: cuidar de todos, comunicarse con todos los seres de la selva. “Uno tiene que hablarles, y desde ahí eso viene mucha sabiduría”.
Solano, Caquetá, es uno de los municipios con mayor diversidad biológica de Sudamérica y en extensión el segundo más grande de Colombia, pero también uno de los más afectados por la deforestación.
En 2020 contaba con 3,83 millones de hectáreas de bosque natural que cubrían el 91% de su territorio. Para 2024, había perdido 6.530 hectáreas.
Desde que los más jóvenes del resguardo vienen trabajando junto a ASCAINCA, con otras cinco comunidades, en Kabure, el proyecto de producir jugos, pulpas y mermeladas a partir de frutos amazónicos, la abuela Irma y otras mujeres comenzaron a tejer redes alrededor de las palmas de canangucha (Mauritia flexuosa) que se encuentran entre los humedales y pantanos del resguardo.
El objetivo, recoger los brillantes frutos rojos con cáscara escamosa que caen ocasionalmente de las alturas, sobre todo en las épocas de julio y agosto cuando están en plena cosecha, y así evitar que estos se echen a perder.
La recolección se hace en familia. Los más hábiles trepan a las palmas y cortan de un solo tajo los racimos de las partes bajas, que pueden tener hasta a tres metros de altura. Los frutos de las partes más altas se dejan como alimento para las aves, especialmente el guacamayo de vientre rojo (Orthopsittaca manilatus), un lorito de tamaño mediano que encuentran esta fruta de pulpa amarilla apetitosa.
La canangucha ha sido utilizada por la comunidad del resguardo El Quince para calmar la sed, bajar la fiebre, evitar los problemas de colon y en preparaciones de bebidas ceremoniales como la canguana, que se utiliza en las noches en las que la comunidad se sienta alrededor del cacique y sus consejeros en la maloca para poner la palabra de los abuelos, y pedirles a los espíritus de la selva los permisos para tomar de sus frutos, y que se abran los caminos durante las jornadas de recolección.
“Somos conocidos como el Clan Canangucha, ella es la que sostiene el agua, es la que mantiene refrescando la tierra. Es un árbol que demuestra la resistencia de un territorio. Es abundancia, porque de una sola planta brotan muchas semillitas, así mismo también la comunidad abunda”, dice el cacique Dionisio Vargas.
Entre sus responsabilidades está mantener viva la cosmovisión de los abuelos y es uno de los lideres que ha venido apoyando a los más jóvenes en esta iniciativa de sacar sus productos al mercado para que personas de otros lugares puedan conocer su historia y sus tradiciones, y beneficiarse de la esencia de vida que brota de la selva.
Kabure, que en lengua indígena se traduce en “aliento de vida”, hoy es una empresa, pero también es un sueño hecho realidad para las comunidades de los resguardos Aguas Negras, Huitora, Coropoya, El Quince e Ismuina (que hacen parte de ASCAINCA) de llevar al mercado productos a base de frutas amazónicas que cuentan una historia viva; y a la vez ayudan a proteger el bosque y su biodiversidad, promoviendo las economías propias y recuperando el conocimiento ancestral.
Quote: Roberto Ordoñez
A los frutos del bosque nosotros siempre los hemos llamado, esencia de vida. Los abuelos los utilizaron milenariamente como alimento sano, como alimento natural. Lo que estamos buscando con Kabure es llevar al mercado un alimento que sirva para la sostenibilidad tanto del ser humano como de la vida.
Conocimiento ancestral
La decisión sobre qué elementos de la naturaleza podían utilizarse para su aprovechamiento fueron hechas por los abuelos de las comunidades, basados en los Planes de Manejo Territorial Ambiental. Estos son una herramienta de ordenamiento propia de los pueblos indígenas que les permite gestionar los recursos de sus territorios desde sus propias visiones y sin alterar el equilibrio.
Fue así como además de la canangucha, se permitió el uso de otros frutos amazónicos como el asaí, el guacurí, y el milpes, y se evidenció la necesidad de promover los liderazgos jóvenes en este proceso, como manera de transmitir sus conocimientos sobre el bosque a las nuevas generaciones.
“En la maloca es donde siempre orientamos los procesos organizativos, a través de la palabra, y ahí surgió la necesidad de poder utilizar de forma renovable la materia prima que existe en nuestros territorios. Estamos aplicando ese sistema de conocimiento propio para sostener nuestra empresa, para beneficio y sustento de las familias que hacen parte de la asociación ASCAINCA, pero sin dañar el bosque”, explica Roberto.
Basados en los calendarios ecológicos tradicionales de cada comunidad, que miden el tiempo de manera circular, en ciclos, y determinan las mejores épocas para la siembra, el florecimiento, y cosecha de cada fruto, las comunidades hacen el aprovechamiento. Los frutos son llevados desde cada resguardo en lanchas, por el río, al casco urbano de Solano donde se encuentra la planta de procesamiento de frutos amazónicos Kabure.
Allí miembros de las comunidades han comenzado a formarse de la mano de técnicos especializados en la transformación agroindustrial de los productos no maderables del bosque, en un encuentro entre los saberes tradicionales y occidentales.
Quote: Sebastián Vargas
Queremos demostrar que nosotros los pueblos indígenas también podemos hacer nuestras propias empresas, siguiendo nuestra cultura, nuestros manejos, nuestras tradiciones, y sin perder nuestro fin que es cuidar la naturaleza para mantener vivo al mundo”
Economías propias que protegen la biodiversidad y la cultura
En este proceso la organización ambiental The Nature Conservancy (TNC) ha venido apoyando a las comunidades indígenas en la creación de esta empresa, el diseño de marca, la estrategia de mercadeo, y en dejarles capacidades instaladas en producción de contenidos y venta, así como en el fortalecimiento de los nuevos liderazgos comunitarios.
“Estamos aunando esfuerzos con Agrosolidaria en los procesos ante el INVIMA, los estándares de calidad, y de inocuidad en los sistemas de producción para que este producto tenga un espacio en el mercado y sea realmente competitivo”, dice Adriana Correa.
Adriana ha venido liderando este proyecto con las cinco comunidades que hacen parte de ASCAINCA, y quien hace parte del equipo de Conservación Liderada por Comunidades de TNC Colombia, quienes desde hace 12 años vienen trabajando en diferentes estrategias para amplificar la voz, elección y acción de las comunidades de la cuenca del río Caquetá, entre ellas en la actualización de sus Planes de Manejo.
El objetivo es que Kabure se convierta en un modelo de negocio económicamente viable para las comunidades, que al mismo tiempo protege la naturaleza y su biodiversidad y valora la sabiduría de los guardianes del territorio. "Este es un enfoque holístico que en TNC conocemos como socio-bioeconomía que contiene estos tres elementos clave que logran un equilibrio entre lo social, biológico y económico”, explica Correa.
Quote: Justina Gómez
Antes vivíamos solamente de nuestra chagra de nuestros productos como indígenas. Este emprendimiento hace que nuestras familias salgan adelante y que nuestros frutos se conozcan, y al ser naturales son de muy buena calidad y beneficiosos para quienes los consumen”
En un municipio como Solano, que es uno de los más extensos y biodiversos del país, pero también uno de los más afectados por la deforestación, Kabure es el aliento de vida que brota de la selva; pero también un símbolo de resistencia de la naturaleza que se adapta a climas cada vez más extremos, pasando de lluvias a sequias, y en cada temporada vuelve a florecer con sus frutos, y de comunidades indígenas que milenariamente han gobernado y protegido estos territorios con su sabiduría.
Socio-bioeconomia para conservar la Amazonia
TNC viene trabajando de la mando de las comunidades indígenas y locales de la cuenca amazónica en el fortalecimiento de proyectos de socio-bioeconomia, este es un modelo holístico de desarrollo económico que crea economías de abundancia y bienestar lideradas por pueblos indígenas y comunidades locales, promoviendo la inclusión social y la equidad, a la vez que conserva la biodiversidad y los ecosistemas, mitiga el cambio climático y fortalece la resiliencia de las comunidades frente al cambio climático.
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