El silvicultor Kyle Smith observa el bosque en la Reserva Ellsworth Creek
Vista larga La Reserva Ellsworth Creek tiene acres de nuevo crecimiento brotando en lugar de áreas taladas. © Chris Crisman

Proteger la tierra y el agua

Más allá de las guerras madereras

En la Reserva Ellsworth Creek en Washington, TNC está protegiendo preciosos bosques primarios, restaurando terrenos previamente talados—y creando empleos.

Agosto/Septiembre 2015

Es una mañana de febrero inusualmente apacible en el suroeste de Washington, un lugar tan famoso por las tormentas de invierno que los hoteles frente al mar ofrecen paquetes para observar tormentas. Unas cuantas millas dentro, el gerente del proyecto Tom Kollasch, está siguiendo la pista desvanecida de los alces a través de una selva costera en la Reserva Ellsworth Creek de The Nature Conservancy.

Fragmentos de luz se inclinan a través del dosel, iluminando un espeso sotobosque con helechos y arbustos verde oscuro. El suelo tiene musgo húmedo y esponjoso. De hecho, el musgo está por todos lados—cubriendo rocas, envueltas como mantos irregulares sobre extremidades gruesas de abeto, colonizando cicutas caídas que se desintegran en pedazos bajo los pies.

Estos pocos cientos de acres de bosque primario representan un vistazo poco común al pasado ecológico de la región. Washington es un estado maderero, y casi todos los bosques que no están protegidos para conservación han sido talados al menos una vez en el pasado siglo. En las Colinas Willapa que rodean la reserva, segmentos de talas recientes sobresalen como cicatrices frescas.

A pesar de eso, en este pequeño oasis algunos árboles han logrado alcanzar una edad avanzada. Muchos ya tenían cientos de años cuando Lewis y Clark vislumbraron por primera vez el Océano Pacífico a unas cuantas millas de distancia, en el Cabo Decepción en 1805. Algunos de los cedros aquí tienen más de 1,000 años. No es de extrañar que algunos estén chirriando quejumbrosamente.

Un sonido más inesperado es el retumbo y pitido tenue de equipo pesado que se escucha a la distancia. La sorpresa es que proviene de una operación de tala en el terreno de TNC, financiado por TNC.

“Si quieres conservar bosques primarios en el suroeste de Washington, tienes que restaurar bosques de segundo corte”, explica Kollasch, el director del Programa Willapa en TNC. No queda mucho que no esté ya protegido, así que el enfoque ha cambiado hacia la restauración. En estas partes, incluso una área talada si es replantada como una finca de árboles puede regresar, con eventualidad, a condiciones de bosque antiguo. Pero tomará décadas, si no siglos. La tala de árboles en Ellsworth es parte de un experimento a largo plazo para determinar si esa transformación puede acelerarse. La hipótesis es que hacer corte selectivo de los rodales de crecimiento secundario, donde los árboles han sido plantados muy juntos para lograr metas de ingreso maderero, va a producir en su lugar un ecosistema más diverso y robusto más rápidamente. Además, el corte se haría de forma que provea trabajos en una región decaída económicamente, y aporte ingresos que ayuden a pagar los trabajos de restauración.

En el proceso, el proyecto ha forjado una asociación inusual que hubiera sido impensable hace dos décadas. En los años ochenta y noventa, taladores y conservacionistas tomaron posiciones opuestas en las "guerras madereras" que surgieron alrededor del noroeste del Pacífico, en un esfuerzo por salvar a la lechuza moteada del norte de la extinción.

Proteger a la lechuza y otras aves en peligro todavía es parte del plan. Kollasch mira arriba y señala la rama enorme y cubierta en musgo de un árbol antiguo. Es el tipo de rama preferida del mérgulo jaspeado, él dice, que es un ave acuática críticamente amenazada, y cuyos números han disminuido—junto con sus sitios de anidación en bosques primarios. Pero en Ellsworth Creek, no se planifica solamente salvar estas aves en peligro, sino, restaurar todo el ecosistema forestal. Los bosques antiguos son importantes para almacenar carbono y mantener la calidad del agua en toda la cuenca de la Bahía Willapa, hogar del salmón, cangrejo y pescaderías de ostras altamente productivas. Conservar este terreno ofrecerá beneficios ecológicos y económicos a toda la región.

Un bosque lleno de luz solar
Envejeciendo bien Con el paso del tiempo, los árboles en bosques más viejos alcanzan diferentes alturas que permiten la entrada de luz solar a través del dosel, y dejan una vasta combinación de residuos en el suelo forestal. El resultado es un ecosistema extremamente complejo. © Chris Crisman

David Rolph, el director de Conservación Forestal en Washington para TNC, nunca pensó que estaría a cargo de una operación de tala. Él se mudó aquí desde Hawaii en 1989 para estudiar a las lechuzas moteadas para el Servicio Forestal, justo en la cúspide de las guerras madereras. Sus colegas federales y él pasaron en autos camuflageados por los pueblos madereros que declararon su desdén por la protección forestal, con carteles y pegatinas en el parachoques que decían, "Las lechuzas moteadas saben a pollo”. Las compañías madereras apresuraron su cosecha de árboles antiguos, antes de que una moratoria pudiera ser expedida.

Rolph se unió al personal del capítulo de TNC en Washington en 1993. En unos años, su trabajo llegó a incluir la identificación de tierras forestales prístinas de bosque primario para adquirir con una donación de $2.5 millones de la Fundación de la Familia Paul G. Allen. Se enteró de un puesto cerca de Teal Slough en el condado del Pacífico que había sido defendido por un hombre local llamado Rex Ziak. Ziak había enviado una fotografía de uno de los cedros masivos de la arboleda, junto con una cuerda de 38 pies que representaba la circunferencia del árbol, al terrateniente, John Hancock Insurance. La apelación fue exitosa. En lugar de cortar los árboles gigantes, la compañía vendió la tierra a TNC, que a su vez la vendió al Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos para ser añadida al Refugio Nacional de Vida Silvestre Willapa.

Ziak también presentó a Rolph una parcela de 300 acres de bosque primario en las colinas vecinas cerca de Ellsworth Creek. Ziak llevó a Rolph y a algunas otras personas de TNC al bosque, donde se sentaron en medio de los árboles antiguos, discutiendo su significado. "No era sólo el bosque y los álcidos. Empezamos a hablar del salmón que estaba en el sistema de arroyos, y la diversidad de anfibios", dice Rolph. "La discusión fue a: ¿Y si pensamos en adquirir toda la cuenca? Porque el bosque primario, en sí mismo, no protegería esas cosas".

La idea de comprar tanto zonas de bosque primario como zonas taladas fue una desviación significativa del enfoque habitual de comprar sólo tierras vírgenes. "En ese momento eso era un poco escandaloso, para The Nature Conservancy estar comprando zonas taladas", dice Rolph. Pero desde una perspectiva paisajística, tenía sentido detener el ciclo de tala y permitir que las tierras madereras volvieran a las condiciones naturales. Entre 1999 y 2003, TNC adquirió la mayoría de los 8,000 acres que ahora conforman la Reserva Ellsworth Creek.

Rolph y sus colegas organizaron un panel de asesoría científica, compuesto por algunos de los mejores pensadores en las principales disciplinas forestales, para crear un diseño experimental en Ellsworth. El panel determinó que hacer corte selectivo en los rodales de segundo crecimiento y eliminar carreteras eran las dos variables más importantes que podían controlarse y compararse. La remoción de carreteras es importante para reducir la escorrentía que puede afectar la calidad del agua. Los rodales podados permiten que los árboles restantes crezcan más y sean más fuertes al reducir la competencia por los recursos, y la luz solar adicional fomenta un sotobosque próspero.

 

Una cicuta occidental está siendo cortada con una motosierra.
Creando espacio Russell Shippey prepara una cicuta occidental para su remoción. Bajo la dirección de TNC, los madereros están haciendo corte selectivo en los bosques de segundo crecimiento para crear huecos en el dosel y promover una gama más diversa de vegetación—y vida silvestre. © Chris Crisman

Con poca experiencia en tala de restauración, Rolph acudió a otros para obtener orientación, incluyendo expertos que habían sido pioneros en el desmantelamiento de carreteras y el corte selectivo de bosques en el Parque Nacional Redwood del Norte de California. El equipo también estableció la Red de Aprendizaje de Restauración Forestal Costera del Noroeste del Pacífico para compartir lo que aprendieron, con la esperanza de hacer un trabajo similar.

La ecologista Liane Davis, quien estudió restauración y adelgazamiento de bosques en la Universidad Estatal de Oregón, fue contratada para realizar estudios de referencia en toda la Reserva Ellsworth. Como estudiante, participó en estudios que mostraron resultados prometedores del corte selectivo de bosques secundarios. Ellsworth llevaría lo que ella vio en estudios anteriores a una escala mucho mayor.

Para hacer un balance del bosque, Davis lideró a la tripulación en expediciones de snorkel en arroyos para contar peces, buscó salamandras en la cabecera de los arroyos, hizo un inventario de musgos y plantas, y midió los tamaños y poblaciones de árboles. En un estudio del bosque primario, utilizaron una ballesta para lanzar cuerdas en lo alto de los árboles para que un investigador pudiera subir a estudiar el musgo y las comunidades de insectos.

"Excavamos en la hojarasca y encontramos seis nuevas especies de ciempiés", dice Kollasch. También encontraron 12 de las 13 especies posibles de anfibios —de los niveles más altos de diversidad en el estado—y corridas de salmón relativamente saludables. "Y sólo hemos arañado la superficie”.

Después de que Davis completó las encuestas de referencia, el equipo cartografió la reserva en tres parcelas experimentales para estudiar diferentes tácticas de conservación. En la parcela de control, las carreteras y el bosque se dejan sin perturbar. La segunda área emplea técnicas de gestión pasiva, donde se eliminan las carreteras, pero no se lleva a cabo ningún corte. La tercera se creó para probar la gestión activa, donde se hace un corte selectivo de los rodales de crecimiento secundario. Esta parcela se ha dividido en diferentes áreas de prueba en función de la edad y la composición de los rodales. Los rodales más antiguos y comercialmente viables se cortan y la madera se retira y se vende, mientras que los rodales más jóvenes se cortan, pero dejando los árboles cortados en el suelo del bosque para que se descompongan, donde proporcionan nutrientes y hábitat. El bosque primario, naturalmente, está intacto.

 

El gerente del bosque mide un cedro rojo occidental de 11 pies de ancho.
Tesoro Alto El gerente de bosques Kyle Smith mide un cedro rojo occidental de 11 pies de ancho, que estima tiene más de 1,000 años. La reserva protege más de 200 acres de bosque primario. © Chris Crisman

Manejando su camioneta a lo largo de los caminos de tierra estrechos de la reserva, Kyle Smith, el silvicultor principal de TNC en Ellsworth, navega por números pintados en aerosol en los árboles. "En el 'uno', dirigido al 'dos'", anuncia en una radio de banda ciudadana—un protocolo necesario para advertir a cualquier camión maderero que venga del otro lado. Él señala una parte de la carretera que se derrumbó durante una tormenta reciente. Además de eliminar las antiguas carreteras de tala en las áreas de tratamiento—lo que requiere contornear las laderas hasta sus grados naturales y plantarles con árboles jóvenes—las cuadrillas han reubicado a mejores ubicaciones algunas carreteras esenciales. Las carreteras en las crestas son menos propensas a fallar que las de pendiente media, donde un fallo en la carretera puede causar una avalancha de tierra que erosiona toda una ladera, derribando árboles y enviando sedimentos y escombros a los arroyos.

El camión sigue serpenteando cuesta arriba, finalmente deteniéndose cerca de un grupo de máquinas masivas en la carretera. La más grande de estas bestias mecánicas es una máquina que utiliza un sistema de cables y cuerdas tensoras para sacar madera del bosque—algo así como una tirolesa para troncos. Anteriormente, los leñadores habían cortado un estrecho corredor a través del cual se retiraban los troncos.

Unos 800 pies más adelante en el corredor, en una pendiente empinada hay tres hombres llamados colocadores de gargantillas, que unen los troncos al vagón de la máquina. La mayoría de los colocadores de gargantilla parecen tener alrededor de 20 años de edad, y es fácil ver por qué: correr cuesta abajo en terreno resbaladizo y desigual no sólo es altamente aeróbico, sino mortal para las rodillas. Una vez que la máquina tira de los troncos a la carretera, son ordenados por otra máquina y cargados en camiones. Dependiendo del tamaño, calificación y fluctuaciones del mercado, un camión cargado de madera podría obtener alrededor de $1,000.

Antes de que sea transportada, cada carga es marcada con un boleto que rastrea su camino desde el bosque a través de la cadena de suministro. Esto ayuda a prevenir los raros pero costosos casos de robo y documenta que la madera proviene de una fuente cosechada de manera sostenible. "Un bosque produciendo es mejor que el desarrollo", dice Smith. "Y un bosque produciendo de manera sostenible es aún mejor".

A diferencia de los árboles en el rodal de bosque primario, muchos de estos troncos son lo suficientemente pequeños que podrías colocarle tus brazos alrededor. La mayoría son cicutas que crecen rápidamente a raíz de la tala, abarrotando a otras coníferas como los cedros y creando un monocultivo. "Nuestro objetivo es hacer un corte selectivo de la cicuta para promover el abeto y el cedro", dice Smith. Es él quien escribe la receta para cada sitio maderero, especificando cuántos árboles y de qué tamaño y tipo se deben cortar. Y él está en el campo la mayoría del tiempo, asegurándose que se siga la receta.

Quote: Russell Shippey

Si entráramos aquí e hiciéramos una tala regular, no habría más trabajo

Leñador veterano

Los madereros dicen que el tipo de trabajo que están haciendo en Ellsworth es mucho más difícil que talar. Tirar un solo árbol en Ellsworth requiere una planificación cuidadosa y el objetivo es evitar dañar los alrededores. Pero los miembros del equipo también ven los beneficios para la tierra y la supervivencia de su industria a largo plazo. "Me gusta lo que están haciendo aquí ... todavía es bonito después de que terminamos", dice Russell Shippey, un leñador veterano que dice que puede dirigir un árbol cortado con la suficiente precisión como para clavar un clavo. "Si entráramos aquí e hiciéramos una tala regular, no habría más trabajo".

Bryan Penttila, un leñador local e historiador, tiene una perspectiva única sobre la historia entre madereros y conservacionistas. Él vive en Naselle, una pequeña ciudad maderera con una fuerte herencia finlandesa. "La gente aquí piensa en los árboles como una cosecha", dice. "Es una idea muy pragmática". Dentro de este punto de vista, el concepto de dejar el bosque en paz sería como "dejar al ganado morir de vejez".

Pero Penttila, quien ha escrito varios libros sobre la historia de la tala regional, también entiende el daño que las prácticas miopes han hecho sobre la tierra. En el Appelo Archives Center, un pequeño museo donde es miembro fundador, Penttila señala una fotografía en blanco y negro de Ellsworth, donde un camión lleva un solo tronco gigantesco. El apogeo de la tala continuó hasta la década de 1970. "Entonces esta cosa horrible sucedió aquí. Nos quedamos sin crecimiento primario", dice Penttila. Agrega secamente: "No sé cómo pasó".

En la década de 1980, los bosques de la región eran propiedad principalmente de empresas madereras tradicionales que tenían una participación a largo plazo en las comunidades donde trabajaban, dice Penttila. Más recientemente, ha habido una proliferación de organizaciones inversionistas que pueden talar la tierra durante unos años, generar ganancias para los inversionistas y vender. Mientras tanto, añade Kollasch, el tiempo entre las talas se ha acortado. Señala que un sitio cerca de Ellsworth fue despejado después de sólo 28 años, donde la norma solía ser por lo menos 40 a 50. "Me preocupa que la creciente frecuencia de cosecha pueda conducir a ciclos de auge y desplome", dice.

Proporcionar empleos y continuar permitiendo el acceso recreativo en la tierra de TNC ha ayudado a generar confianza en las comunidades donde puede estar muy arraigada la desconfianza hacia los ambientalistas. Kollasch relata una historia de sus primeros días en Ellsworth, cuando un hombre en un camión se detuvo fuera de la reserva para hablar. "Soy un maderero, y tú simplemente vas a cerrar esto", gritó el hombre, que estaba tan molesto que estaba temblando. "Ustedes nunca serán aceptados aquí", dijo.

Kollasch dice que le planteó los planes de TNC para restaurar Ellsworth, "y al final de ello, me estrechó la mano".

En medio de los gigantes cubiertos de musgo, Kollasch se detiene para admirar uno de los árboles más antiguos del rodal—un cedro rojo occidental de unos 14 pies de diámetro y 175 pies de alto. Estima que podría tener más de 1,000 años.

Es un recordatorio de que, aunque los humanos pueden ayudar a revertir parte del daño que han hecho en el pasado, en última instancia, el tiempo es el maestro de este paisaje. "Estos bosques son antiguos", dice Kollasch. "Podemos intentar acelerar el desarrollo de un bosque primario, pero va a tomar 600 años conseguir un árbol de 600 años”.