Perspectivas

Cortar carbono con motosierras más verdes

Los madereros y los conservacionistas podrían parecer aliados imposibles, pero juntos pueden ayudar a enfrentar el cambio climático.

Manuel Reyes Estate camina los troncos de Chico Zapote que serán transportados después de ser cortados en el bosque tropical de Noh Bec, Quintana Roo.
QUINTANA ROO, MEXICO Manuel Reyes Estate walks the Chico Zapote logs waiting to be hauled off after being cut in the tropical rainforest of Noh Bec, Quintana Roo. © Erich Schlegel

PUNTOS CLAVE

  • Los terrenos forestales aprovechados constituyen en torno a un quinto de las selvas tropicales del mundo, lo que implica que es necesario un mejor manejo forestal, y no sólo el trabajo de conservación, para proteger estos importantes ecosistemas.
  • La extracción de madera de impacto reducido (EIR) permite a los madereros reducir las emisiones de carbono vinculadas con el uso del suelo al tiempo que se mantiene la producción, armonizando las metas económicas y ambientales.
  • La EIR es todavía una estrategia naciente, pero la creciente demanda de madera sustentable y el reconocimiento del rol de la naturaleza en la lucha contra el cambio climático podrían sentar las bases para una mayor adopción. 

Hay pocos temas ambientales tan urgentes como la protección de los bosques y selvas tropicales. Estas selvas tienen las mayores tasas de biodiversidad del planeta y almacenan cantidades importantes de carbono que son emitidas a la atmósfera cuando cambia el uso de esos suelos.

Sin embargo, el enfoque de los esfuerzos por protegerlos tiende a polarizarse. Se pone mucha atención a los bosques prístinos, que nunca han sido tocados. Se pone todavía más atención en atacar la deforestación en un sentido más amplio. Lo sorprendente es que se presta poca atención al punto medio: las vastas áreas forestales que ya están designadas para el aprovechamiento selectivo.

El hecho es que este punto medio comprende en torno a un quinto de los bosques tropicales del mundo -unos 3.8 millones de kilómetros cuadrados, un área considerablemente más grande que toda India. En contraste, el área sumada por todos los bosques protegidos no llega a la mitad de esa superficie.

Si esta vasta área de bosques aprovechados en forma selectiva se manejara en forma sustentable esto podría contrarrestar tanto la deforestación como el cambio climático. De hecho, nuevos estudios muestran que quienes manejan los bosques pueden mantener su producción y su productividad al tiempo que reducen las emisiones de carbono en hasta un 50 por ciento a través de técnicas conocidas como “extracción de impacto reducido para el clima”, EIR-C.

Prescribir cualquier tipo de extracción de madera para obtener beneficios ambientales es un tanto contraintuitivo y controversial, y por buenas razones. Para que funcione, deben ponerse en pie salvaguardas ambientales sólidas.

Con todo, nuestras evaluaciones indican que el cambio climático está ocurriendo más rápido de lo que pensábamos, mientras que la demanda de productos de madera aumenta y muchos países tropicales buscan expandir sus economías a través de la silvicultura y otras industrias basadas en el suelo y sus usos.

Debemos encontrar nuevas formas de reconciliar las metas económicas y las ambientales si queremos lograr un desarrollo sustentable y amigable con el clima.

Aerial views of the hardwood forest around the logging community of Noh Bec, Quintana Roo.
NOH BEC, QUINTANA ROO, MÉXICO Vista aérea de las selvas tropicales alrededor de la comunidad maderera de Noh Bec, en Quintana Roo. © Erich Schlegel

La reconciliación de lo ambiental y lo económico

Como lo sugiere su nombre, la EIR-C es una forma de vincular las prácticas madereras con la mitigación del carbono. La EIR-C fue desarrollada por The Nature Conservancy y piloteada con socios como WWF y la Tropical Forest Foundation. Estos métodos han sido incorporados a una metodología formal de EIR-C, preparada por TerraCarbon y TNC, que está hoy disponible en forma gratuita para poderla implementar.

Hay un creciente cuerpo de investigación académica que muestra cómo los métodos de EIR-C tienen un enorme potencial, pero que su implementación requiere ciertas políticas e incentivos para lograr que se alineen los intereses de la industria maderera, los gobiernos, las comunidades locales y la naturaleza.

Una selva bien manejada y aprovechada en forma selectiva puede retener más del 90 por ciento de sus inventarios de carbono y casi toda su biodiversidad. Puesto que la extracción cuidadosa puede hacer menos daño a los árboles restantes, la extracción de impacto reducido promueve una rápida regeneración para mantener el hábitat y aumentar los inventarios de nueva madera. Lo que es más, una selva bien manejada y sometida a una extracción selectiva permite mantener el flujo productivo y generar empleos, ofreciendo una alternativa a usos del suelo más destructivos, como la minería, la ganadería o las plantaciones de palma de aceite.

La EIR-C une las dimensiones ambiental y económica al fortalecer el vínculo entre el buen manejo forestal y la protección de los bosques. Exponiendo claramente cuáles son las mejores prácticas para maximizar el carbón vivo en los bosques y permitir que quienes manejan los bosques reciban beneficios por la mitigación climática fortalece los argumentos económicos para mantener las selvas como tales.

Las técnicas de EIR-C implican, entre otras cosas, poner más atención a la selección de árboles y el derribo direccional; la construcción de menos caminos de acceso (y más angostos); el mapeo de las rutas de arrastre, y el uso de equipo forestal especializado, como los tornos en vez de las excavadoras.


La implementación de un programa formal de EIR-C comienza con un estudio  de línea base para cuantificar las emisiones existentes a nivel país. Una investigación sobre las prácticas extractivas en determinada región geográfica, así como de los tipos de bosques en su interior, identifica los daños colaterales e innecesarios a las selvas y bosques y, por tanto, dónde pueden hacerse los mayores ahorros en carbono. Después, una vez que las prácticas extractivas han sido aplicadas, se realizan evaluaciones rápidas en campo para cuantificar y validar los beneficios.

Aproximadamente la mitad de la masa de un árbol es carbono, de forma que los inventarios de carbono perdidos por árboles derribados en forma innecesaria y por los bosques degradados son importantes. De hecho, se cree que la degradación de los bosques equivale a una o dos terceras partes de las emisiones de carbono vinculadas a los usos del suelo, y alrededor de la mitad de estas emisiones vinculadas con la degradación son provocadas por la extracción de madera.

Las oportunidades de mejorar son también muy importantes. Investigaciones recientes realizadas por The Nature Conservancy (TNC) y sus socios indican que adoptar las prácticas de EIR-C puede reducir las emisiones por la extracción de madera inclusive a la mitad, sin reducir la disponibilidad de madera. 

Quote

Si la vasta superficie de selvas de las que se extrae madera fuese manejada en forma responsable, podrían contrarrestarse tanto la deforestación como el cambio climático.

La puesta en práctica de la EIR-C

Todo suena genial en teoría, pero, ¿cómo convencer en los hechos al maderero en el bulldozer que trabaja en una concesión legal y que tiene pocos incentivos aparentes para cambiar su comportamiento? Poca gente entendió esto mejor que Art Klassen (QEPD). Klassen pasó la mayor parte de su vida en Indonesia, trabajando con la Tropical Forest Foundation, una ONG que promueve los principios y ventajas del manejo forestal sostenible, y por tanto pasó muchos años siendo él mismo maderero.

“Somos una ONG relativamente pequeña, con poca fuerza”, explicó Klassen. “Por ello, nuestra mejor estrategia es convencer a los operadores de los beneficios financieros. Los capacitamos, les explicamos los beneficios de actuar en forma más metódica, establecemos programas piloto y hacemos que comparen los resultados obtenidos con el viejo enfoque oportunista y el nuevo enfoque, más ordenado”.

De hecho, la eficiencia de la EIR-C puede ser sorprendente, y no solamente desde una perspectiva ambiental. Por ejemplo, la reducción de pérdidas de madera utilizable se puede reducir hasta en un 50 por ciento, con ganancias en los inventarios forestales a largo plazo que oscilan entre el 10 y el 20 por ciento.

La EIR-C también puede ofrecer al operador o al titular de una concesión una forma creíble de cuantificar los ahorros en carbono, que en sí mismo puede considerarse un producto que puede ser extraído de los bosques manejados en forma selectiva. Conforme el mundo sigue viendo el valor de combatir el cambio climático, podría traer una nueva oportunidad para la remuneración a los titulares de concesiones y a los operadores.

Apoyo gubernamental en aumento

Para los gobiernos nacionales, la EIR-C puede ser especialmente atractiva. Casi todos los países del mundo han asumido compromisos en el marco del Acuerdo de París, y hay una consciencia cada vez mayor de que las soluciones climáticas naturales son vitales para reducir las emisiones. En muchos países, las mejoras al manejo forestal y la reducción de las tasas de deforestación y degradación son componentes clave de sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés), y la EIR-C puede ofrecer al menos parte de la solución.

La EIR-C está siendo evaluada en siete países (Indonesia, México, Perú, Surinam, Gabón, la República Democrática del Congo y la República del Congo). En tres de estos países -Indonesia, Gabón y Surinam- las autoridades respectivas ya están pilotando la contabilidad de la EIR-C y buscan usarla para cumplir sus compromisos de París.

Aunque es relativamente pequeño tanto en superficie como en población, Surinam juega un enorme papel en términos del carbono global. El 93 por ciento de su superficie total está cubierta por árboles, y es el país más boscoso del mundo en términos de porcentaje. Almacena once gigatoneladas de carbono y, puesto que la mayoría de sus casi 600 mil habitantes vive en zonas costeras muy bajas, es altamente vulnerable al cambio climático.

En torno a 2.5 millones de hectáreas de las selvas de Surinam (de un total de 16 millones de hectáreas) están destinadas a la producción de madera. La Fundación para el Manejo y el Control Forestal (SBB) del país trabaja para dar seguimiento a estas operaciones y asegurar que los concesionarios honren sus compromisos y cumplan con las políticas y obligaciones nacionales, incluyendo la implementación de la EIR-C.

“Se realizó un estudio de línea base nacional en alianza con TNC, para determinar el impacto de las operaciones forestales existentes y priorizar las mejoras”, explica Sarah Crabbe, que ayuda a coordinar el Sistema de Monitoreo Forestal como parte de SBB. “La EIR-C es central para este proceso… La meta es que el impacto de la extracción de madera sea mínimo, de forma que se imiten las dinámicas naturales de la selva”.

“Pareciera que toda la presión está hoy en día sobre los productores y no se comparte con los compradores. Quizá algún día los mercados entenderán los beneficios en carbono de la silvicultura sostenible y alinearán con ello sus decisiones de compra. Mientras tanto, sin embargo, son los innovadores como los silvicultores aquí en Surinam quienes cargan con los costos de arranque”.

Quote: Stuart Clenaghan

Hay un movimiento imparable hacia la sostenibilidad. La gente lo exige. Los gobiernos responderán con nuevas regulaciones. Los mercados reaccionarán insistiendo en que haya productos verificados.

Cofundador, Green Gold Forestry Perú (GGF)

Una demanda “casi infinita” de madera con una certificación creíble

Con todo, hay señales en el mercado de que esto podría estar cambiando.

“Ahora mismo la demanda global de madera es casi infinita, y el aumento de los ingresos y la urbanización sostienen los mercados”, dice Stuart Clenaghan. Científico de formación. Clenaghan pasó más de veinte años en los mercados de capital antes de fundar con otros socios Green Gold Forestry Perú (GGF), una empresa de productos forestales sostenibles certificada por el FSC. “Si puedes demostrar la sostenibilidad de tu operación y la proveniencia de tus productos, puedes acceder fácilmente a cualquier mercado en el mundo. Si no puedes, tus opciones son limitadas, y en muchas ocasiones se te impondrá un descuento”.

En línea con ello, GGF es un fiero impulsor de la extracción de impacto reducido. Aplica muchas de las técnicas de silvicultura sostenible que están detrás del protocolo de la EIR-C, pero todavía tiene que comprometerse con un estudio de línea base como el requerido para certificar los ahorros en carbono. “Lo mejor de EIR-C es que explícitamente vincula el manejo sostenible y las emisiones de carbono”, dice Clenaghan. “Pensamos que los compradores más sofisticados empezarán a exigirla”.

Leonardo Reyes Peregrino loads Chico Zapote logs onto a truck with a crane in a clearing in the tropical rainforest around Noh Bec, Quintana Roo.
MÉXICO Leonardo Reyes Peregrino carga troncos de chicozapote en un camión con una grúa en un claro en la selva tropical alrededor de Noh Bec, en Quintana Roo. © Erich Schlegel

Clenaghan tiene también esperanzas de que el puro peso de la presión de los consumidores acelerará el cambio. “Veo un movimiento imparable hacia la sostenibilidad. La gente lo exige. Los gobiernos responderán con nuevas regulaciones. Los mercados reaccionarán insistiendo en pedir productos verificados”.

Una dimensión más es la proyección del crecimiento global de la demanda de madera. Según algunos cálculos, podría aumentar en un 30 por ciento para 2030. Si, como piensa Clenaghan, los mercados internacionales gravitan con cada vez más fuerza hacia los productos de madera sostenible con una certificación creíble, habrá buenas noticias para la EIR-C y otras prácticas forestales amigables con el clima.

Alineando incentivos y ganando escala

Con todo, y si bien la EIR-C está siendo desarrollada en siete países de todo el globo, la escala es hasta ahora pequeña. Así, ¿qué se puede hacer para amplificar el mensaje y acelerar el proceso?

Evidentemente, los gobiernos son actores cruciales. En los países tropicales establecen el marco para las prácticas y políticas forestales nacionales. Muchos de ellos también otorgan derechos de propiedad o posesión sobre los terrenos forestales que permiten a los concesionarios planear e invertir a largo plazo. Además, tienen mucho que ganar al incluir las utilidades potenciales que la EIR-C ofrece para los NDC del Acuerdo de París para el clima.

Está claro que no es asunto solamente de los países productores -los países consumidores tienen el poder de introducir leyes que prohíban la compra de productos de madera que no tengan una cadena de custodia legal, y podrían establecer sus propios estándares de sostenibilidad para esos bienes. Incentivar la certificación amigable con el clima, como la del Ecosystem Services Procedure, desarrollada por el Forest Stewardship Council (FSC), puede ayudar a que estos esfuerzos crezcan.

La comunidad empresarial también tiene un papel importante que jugar y la opción de insistir con mayor vehemencia en la compra de productos de madera certificada. Un pionero en este sentido es International Paper, que está colaborando con TNC en EIR-C y otras prácticas de manejo forestal mejorado. Otra opción que está abierta a los negocios son los mercados voluntarios de carbono. Estos podrían ofrecer una forma de compensar directamente a los operadores y concesionarios por sus inversiones en EIR-C, al tiempo que participarían en un programa de compensación creíble de emisiones.

Ampliar la base de apoyo

Uno de los impulsores más entusiastas es la ONG global WWF, y con ella, Gijs Breukink, su coordinador de Silvicultura Responsable. Sin embargo, incluso Breuking es cuidadoso con su manejo de expectativas.

“Seamos claros: la EIR-C por sí sola no salvará al planeta. En aislamiento no puede lograr nada. Coexiste con un abanico muy amplio de prácticas silvícolas amigables con el clima. Lo que sí promete, sin embargo, es que será una palanca útil que puede ofrecer nuevos incentivos tanto a gobiernos como a productores”.

Inclusive con esas salvedades, algunos grupos ambientales siguen sin estar convencidos. Muchos sostienen que todos los bosques tropicales deberían por su naturaleza misma estar protegidos, y que el manejo forestal sostenible es muchas veces una pantalla de humo para prácticas mucho más dañinas, muy comunes.

“Por eso nos toca a nosotros demostrar, con ciencia, que las técnicas como las de la EIR-C aseguran que conservarán el carbono secuestrado y protegerán a la biodiversidad”, dice Anand Roopsind, un investigador en la Universidad Estatal de Boise que contribuyó al desarrollo de la metodología de la EIR-C.

Ciertamente es cierto que la EIR-C no es adecuada a todas las geografías ni a todos los contextos. Donde no está garantizada la sostenibilidad del manejo de los bosques naturales, la EIR-C no es adecuada. Además, las técnicas de manejo forestal como las de la EIR-C nunca deben ser entendidas como sustitutos de los esfuerzos por proteger bosques tropicales prístinos y otros hábitats.

Pero conforme crece la población global -y conforme se hace más rica- la demanda de madera y otros recursos no hará sino crecer. Frente a esta creciente demanda, la conservación por sí sola no logrará salvar las selvas y otros ecosistemas.

“Si los bosques y selvas son manejados en forma responsable como recursos económicos valiosos en sí mismos, seguirán siendo bosques”, dice Breukink. “Si son abandonados, son susceptibles de ser convertidos a otros usos del suelo que destruyen los bosques, como la soya o la palma de aceite”.

Art Klassen tiene opiniones igualmente claras: “A menos que se dé valor al bosque y se derive valor de él, se perderá. Es una simple realidad económica”. 

Resources

  • RIL-C es una metodología para medir las reducciones en las emisiones de gases de efecto invernadero logradas a través de las prácticas de la extracción de impacto reducido.

    Fact Sheet: EIR-C

    PDF

    The Nature Conservancy desarrolló RIL-C como una metodología práctica para medir y verificar las reducciones en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) logradas a través de las prácticas de la extracción de impacto reducido.

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