Lecho de río seco y agrietado con el atardecer de diferentes colores en el fondo.
LECHO AGRIETADO Lecho de río seco y agrietado en California. © Zhuowen Chen / Concurso de Fotografía TNC 2021

Perspectivas

Por qué necesitamos una conservación duradera del agua dulce

Los ecosistemas de agua dulce son algunos de los ecosistemas más amenazados del planeta. Así es como podremos cambiar esa situación.

Por Jeffrey Parrish y Robin Abell

El mundo se está despertando ante la crisis climática y de biodiversidad, y ante la realidad de que estos problemas están interrelacionados. Sin embargo, en el diálogo mundial sobre cómo abordar estas dos crisis, los ecosistemas de agua dulce —de los que dependen todas las formas de vida— han sido ignorados en gran medida. Esta situación debe cambiar.

Cuando se trata de proteger la naturaleza, las tierras han ocupado tradicionalmente un lugar central, quizá un sesgo de nuestra propia naturaleza terrestre como seres humanos. Pese a ello, la conservación de ríos, lagos y humedales requiere un diseño intencionado y dedicado que reconozca la naturaleza dinámica y conectada de estos ecosistemas.

Si queremos proteger toda la diversidad de la vida en la Tierra, mantener el bienestar humano, hacer frente al cambio climático y evitar guerras por los escasos recursos naturales, es momento de prestar atención a los ecosistemas de agua dulce del planeta.

Fotografía subacuática del fondo rocoso de un rio y un pez nadando en agua transparente.
BAJO AMENAZA Los ecosistemas de agua dulce, esenciales para la naturaleza y las personas, enfrentan amenazas como la contaminación, la alteración del flujo, la fragmentación, la destrucción directa del hábitat y el cambio climático. © Dominio público

Ecosistemas de alto valor en peligro

Desde los cursos de agua turquesa de los Balcanes hasta las extensas cuencas hidrográficas del Amazonas, los ríos, lagos y humedales son sistemas vitales que aportan incalculables beneficios a las personas y al planeta. Proporcionan seguridad alimentaria, purificación del agua, enriquecimiento del suelo e incluso reducción del riesgo de incendios. Son lugares de renovación cultural y espiritual. Encontramos refugio en estas aguas y nos sentimos honrados por la diversidad que albergan: peces, reptiles, anfibios, invertebrados, mamíferos y plantas. 

Los ecosistemas de agua dulce cubren menos del 3 % de la superficie terrestre, pero albergan aproximadamente el 12 % de todas las especies conocidas, incluido un tercio de todas las especies de vertebrados. Y son más ricos en diversidad de especies por unidad de superficie que los ecosistemas terrestres o marinos. 

Pero están amenazados. 

La vida en el agua dulce está disminuyendo debido a la rápida evolución del clima, la contaminación, las represas, el uso insostenible del agua y el cambio de uso del suelo, con múltiples amenazas a la función de cualquier ecosistema. Una cuarta parte de los peces de agua dulce  (enlace en inglés) y un porcentaje aún mayor de anfibios se encuentran en peligro de extinción. En total, las poblaciones de especies de agua dulce monitoreadas han disminuido un 85 % desde 1970 (enlace en inglés). 

Sí, está ocurriendo frente a nuestros ojos. 

Hands cup water in a stream.
SOLUCIONES A LARGO PLAZO Las protecciones duraderas para el agua dulce consideran tanto la dinámica fluvial—como el flujo, la conectividad y la influencia de las cuencas—como las necesidades y valores humanos, lo que las hace más efectivas a largo plazo. © Nick Hall

Una inmersión más profunda  

Durante demasiado tiempo, el mundo de la conservación ha dado por sentado que las protecciones terrestres son suficientes para conservar ríos, lagos y otros sistemas de agua dulce. El fallo de esta lógica queda patente en el hecho de que hay 1249 grandes represas situadas en zonas terrestres protegidas, (enlace en inglés) y 500 represas más previstas en zonas protegidas de todo el mundo.

Los ecosistemas de agua dulce son sistemas dinámicos en movimiento, con sus propias necesidades de protección y gestión en cuanto a tiempo y espacio, que exigen —y merecen— que miremos más allá de las líneas trazadas para la protección de las especies terrestres. El mismo nivel de atención y compromiso que se concede a los sistemas terrestres debe prestarse también a los sistemas de agua dulce. 

Hoy nos enfrentamos a una oportunidad única para cambiar el destino de los ecosistemas de agua dulce. The Nature Conservancy (TNC) se ha comprometido a realizar una importante inversión en la conservación del agua dulce, estableciendo objetivos ambiciosos para esta década, con el fin de revertir su declive. Trabajando codo a codo con socios, comunidades y responsables de tomar decisiones de todo el mundo, nuestro objetivo es conservar 30 millones de hectáreas de lagos y humedales, y 1 millón de kilómetros de ríos a 2030.

Un enfoque clave para lograrlo es la protección duradera del agua dulce (enlace en inglés), que combina mecanismos legales con otros mecanismos eficaces para ofrecer protecciones duraderas y equitativas, que reflejen las necesidades de las personas y la naturaleza para las generaciones venideras.

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Si nos comprometemos a proteger toda la diversidad de la vida en la Tierra, para mantener el bienestar humano, abordar el cambio climático y evitar guerras por los escasos recursos naturales, es hora de prestar atención a los ecosistemas de agua dulce del mundo.

Nuestras iniciativas de protección duradera del agua dulce se basan en el Objetivo 3 del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal (también conocido como el objetivo 30x30), por medio del cual se pide la protección y gestión efectiva del 30% de las tierras, aguas interiores y zonas costeras y marinas del mundo para el 2030.

Trabajamos con socios y gobiernos para poner el agua dulce en el radar mundial, y posteriormente desarrollamos indicadores para medir las líneas de base de la cobertura de protección del agua dulce y seguir los cambios en el transcurso del tiempo. Como resultado, por primera vez, en el informe Planeta Protegido (enlace en inglés)—la contabilidad global de los avances del mundo hacia sus objetivos de protección—, se ha informado sobre las aguas oceánicas separadamente de las terrestres, lo que supone un avance clave en el seguimiento de la salud de los ecosistemas de agua dulce.

A escala nacional, estamos asesorando a los países para que fijen sus objetivos de protección del agua dulce, definan indicadores que les sirvan y establezcan actividades para alcanzar sus metas. El siguiente paso consistirá en aplicar protecciones representativas, efectivas, duraderas e inclusivas, basándose en las orientaciones base sobre protección de aguas interiores, lideradas por TNC y publicadas por la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés).

En el caso de muchos países, es la primera vez que piensan explícitamente en la conservación del agua dulce.  Algunos, como Gabón, están fijando objetivos ambiciosos y asegurando una financiación duradera a través de una iniciativa de Financiación de Proyectos para la Permanencia, mostrando al mundo cómo podría ser la protección de ríos, lagos y humedales. 

Vista panorámica de cause de rio con tupido bosque rivereño y canoas en la orilla.
PROTEGIENDO LOS RÍOS Las soluciones de conservación que reflejan las necesidades y valores locales resisten mejor el paso del tiempo. Un esfuerzo liderado por comunidades indígenas en la Amazonía ecuatoriana busca mantener la conectividad fluvial y proteger más de 200 especies de peces importantes para las comunidades locales. © Gabriela Celi

En Ecuador, el recién creado Programa del Biocorredor Amazónico, con el apoyo del Programa Nature Bonds de TNC, incluirá protecciones nuevas y reforzadas para 18 000 kilómetros de ríos conectados, una mejor gestión del agua dulce en 4,6 millones de hectáreas de áreas protegidas existentes, y protecciones del agua dulce dentro de 1,8 millones de hectáreas de nuevas áreas protegidas. 

Además de estas iniciativas globales y a escala, estamos trabajando desde los niveles básicos con nuestros socios para diseñar protecciones duraderas del agua dulce que reflejen las necesidades y los valores locales. Entre los ejemplos, cabe citar una iniciativa liderada por comunidades indígenas en la Amazonía ecuatoriana para crear una zona de conservación de 371.380 hectáreas que proporcionará conectividad fluvial y protegerá más de 200 especies de peces que constituyen la principal fuente de proteínas para las comunidades locales. 

Y en la península de los Balcanes, en el sureste de Europa, donde se encuentran algunos de los últimos ríos caudalosos del continente (enlace en inglés), TNC colabora con seis socios regionales de cinco países en el marco de United for Rivers (enlace en inglés), situando a las comunidades locales en el centro de los esfuerzos de conservación.

Vista panorámica de rio entre montañas.
GUARDIANES DE LOS RÍOS En el sureste de Europa, TNC colabora con seis socios regionales en cinco países como parte de Unidos por los Ríos, una iniciativa que pone a las comunidades locales en el centro de los esfuerzos de conservación. © Chip Carroon

El camino que se debe seguir

En este momento de última oportunidad para la conservación de la biodiversidad mundial, debemos impulsar inversiones dedicadas y duraderas a la conservación del agua dulce, para proteger y gestionar eficazmente los ecosistemas de agua dulce de flujo libre y conectados que quedan, así como para garantizar los beneficios de la restauración.

Ya no podemos dar por sentado que la protección de la tierra es suficiente para proteger los ecosistemas de agua dulce que la atraviesan, ignorar las amenazas para el agua que se originan fuera de las zonas protegidas, ni promulgar protecciones sin la plena participación de las comunidades locales, cuyas vidas y medios de subsistencia están interconectados con la salud de los sistemas de agua dulce. 

En TNC, estamos impulsando protecciones significativas del agua dulce a escalas nunca vistas en el mundo.  Para los ríos, nos centramos en lo siguiente: 

  • Desbloquear financiación y conocimientos técnicos para ayudar a las comunidades a liberar los ríos de barreras que están haciendo más mal que bien, y para catalizar la protección del agua dulce por parte de TNC y sus socios alrededor del mundo; 

  • Apalancar, crear y aplicar políticas que permitan la protección de los ríos y asegurar el compromiso y la financiación de los gobiernos para aplicar esas protecciones a gran escala; y 

  • Apoyar soluciones sistémicas de energía renovable y seguridad hídrica, que cumplan los objetivos climáticos y eviten el desarrollo de represas, al mismo tiempo que movemos la conversación desde el desarrollo fluvial a la protección de los ríos.

Vista aérea de un amplio cause de rio y una pared de dique con tupida maleza alrededor.
RESILIENCIA Los ecosistemas de agua dulce son resilientes, pero necesitan nuestra ayuda mediante estrategias efectivas de protección y restauración. © Peter Virag/TNC Photo Contest 2021

Los ecosistemas de agua dulce son resilientes —hemos visto cómo se recuperan cuando se eliminan amenazas clave, como las represas—, pero ahora mismo se enfrentan a obstáculos asombrosos. La contaminación, la alteración de los flujos de agua, la fragmentación, la destrucción directa del hábitat y el cambio climático son amenazas poderosas de gran impacto. Una protección duradera del agua dulce es fundamental para continuar avanzando.

Únete a nosotros y a nuestros socios en la defensa de nuestros preciados recursos de agua dulce porque, francamente, necesitamos los ecosistemas de agua dulce tanto como ellos nos necesitan a nosotros.

Vista aérea de una reserva natural Crooked Creek.
Reserva Crooked Creek área protegida de TNC, Wisconsin © Fauna Creative