Historias en Guatemala

Ruta Maya- Usumacinta: turismo comunitario como motor de inclusión, resiliencia y desarrollo territorial

Turismo comunitario para inclusión y desarrollo territorial

Una exuberante cascada en la jungla cae entre árboles verdes vibrantes y agua corriente, creando una escena natural serena.
El Río Usumacinta es uno de los ríos más importantes de Guatemala y México, conocido por ser el río más caudaloso de Centroamérica y servir como frontera natural entre ambos países. © Cooperativa Integral Agropecuaria Técnica Petén, R.L.

En la Selva Maya, TNC Guatemala impulsa un modelo de conservación liderado por comunidades, donde las decisiones se toman desde las bases, integrando juventud, género y saberes ancestrales. Como parte de esta visión, el turismo comunitario se ha consolidado como un eje de trabajo clave, ya que fortalece la gobernanza local, genera oportunidades económicas inclusivas y promueve la conservación desde un enfoque intergeneracional. 

Este enfoque estratégico se traduce en estructuras comunitarias sólidas y en iniciativas concretas —como las ubicadas en las comunidades de Carmelita, Yaloch, Melchor de Mencos (Laborantes del Bosque), Nuevo Horizonte, La Técnica y Uaxactún— que han recibido apoyo en infraestructura, capacitación y equipamiento. De esta forma, el turismo es relevante en la teoría de cambio institucional ya que conecta la protección de los ecosistemas con el bienestar humano y, al replicarse, suma impactos a mayor escala.

Ruta Maya Usumacinta: una experiencia turística integral y motor de desarrollo

Una de las iniciativas más representativas de este modelo es Ruta Maya-Usumacinta, ubicada en la comunidad de La Técnica, en el municipio de Las Cruces, Petén. Esta comunidad, asentada a orillas del río Usumacinta y en la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Sierra del Lacandón, ha convertido su historia de resiliencia en una propuesta turística integral que conecta cultura, naturaleza y desarrollo. 

Romario Ramírez, coordinador del proyecto, relata cómo comenzó como guía en 2018 y hoy lidera la operación: “Nuestra iniciativa se llama Ruta Maya Usumacinta, la aventura de tu vida. Empezamos sin infraestructura ni equipo, pero con mucho compromiso. Hoy tenemos cabañas, área de camping, restaurante y guías acreditados. Todo ha sido construido con esfuerzo comunitario y apoyo de aliados como TNC”.

Atractivos sostenibles y de impacto económico

La iniciativa ofrece experiencias únicas que incluyen arqueología en sitios como Piedras Negras y Yaxchilán, historia comunitaria vinculada al conflicto armado, y aviturismo, destacando la migración anual de aves rapaces. “En septiembre y octubre podemos ver hasta 50,000 individuos en un solo día. Es un espectáculo natural que queremos posicionar como atractivo turístico”, explica Romario. Los datos y más información la puedes encontrar en el sitio web ebird.

El turismo comunitario ha generado impactos tangibles en La Técnica. Se han creado empleos directos en el restaurante y como guías, y también beneficios indirectos para agricultores, tiendas locales y lancheros. La comunidad entera ha visto la dinamización de los sectores productivos. “Todo el movimiento económico se queda en la comunidad. Compramos verduras, carne, gasolina… el turismo activa muchos sectores”, añade.

Además, el proyecto turístico ha sido una plataforma de oportunidades y motor de inclusión. “Soy el único hombre en el equipo. Todas las demás son mujeres jóvenes, entre 19 y 32 años. El turismo ha abierto oportunidades para ellas, y también para los hijos de socios y pobladores que antes no estaban involucrados”, cuenta Romario.

Estos impactos económicos y sociales forman parte de pasos estratégicos en la ruta hacia las metas institucionales de conservación que fortalecen la sostenibilidad local demostrando cómo, al sumarse en distintos territorios, contribuyen a los objetivos de cambio sistémico que impulsa TNC.

Turismo como herramienta clave para la conservación y el desarrollo sostenible

El acompañamiento de TNC ha sido clave en este proceso. A través de la Iniciativa para la Conservación Incluyente (ICI), se ha brindado apoyo en infraestructura, formación técnica, visibilidad en ferias y congresos, y fortalecimiento organizativo. “Nos han ayudado a crecer, a profesionalizar nuestros servicios y a posicionarnos como destino turístico comunitario”, afirma.

La historia de La Técnica demuestra que el turismo comunitario no solo es una alternativa económica, sino una herramienta estratégica para la conservación. Al generar ingresos desde actividades sostenibles, las comunidades fortalecen su autonomía, recuperan su cultura y protegen los ecosistemas que les rodean. Este tipo de logros confirman que las acciones locales contribuyen a la meta global de conectar bienestar humano y salud de los ecosistemas.

“Queremos seguir creciendo. Necesitamos terminar las cabañas, ampliar el restaurante y construir un salón de reuniones. Cada mejora nos permite recibir más visitantes y generar más empleos”, concluye Romario, con la convicción de que el turismo puede transformar vidas.

En la Selva Maya, el turismo comunitario es más que una actividad económica: es una expresión de liderazgo local, una apuesta por la sostenibilidad y una vía para que las comunidades sean protagonistas de su propio desarrollo.