Foco de incendio en la Amazonía, cerca del río Tapajós, en el año 2017. © Flavio Forner

Historias en Brasil

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Para combatir los incendios es necesario frenar la deforestación, garantizar el cumplimiento de la ley e invertir en cadenas productivas sostenibles.

Por Ian Thompson, Director Ejecutivo de TNC Brasil

Es cierto que enfrentamos una situación alarmante, y todos los que se preocupan y entristecen están en lo correcto. Sin embargo, los incendios en la Amazonía, que han sacudido el escenario político y ambiental en las últimas semanas, no son exactamente el tipo de desastre que aparentan. A diferencia de los incendios que ocurren en el Cerrado o en otras regiones de clima más seco, en los que la propagación del fuego es más rápida, el clima húmedo de la región amazónica no favorece la aparición natural de incendios. Los incendios que ocurren anualmente son causados por el avance de la deforestación ilegal, el cambio climático y el uso irregular del fuego en la agricultura, basados en la idea de que para generar riqueza es necesario pasar por encima de la selva.

Para entender mejor el escenario, un análisis de The Nature Conservancy (TNC) con base en datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE, por sus siglas en portugués) recolectados entre enero y agosto de 2019, cruzó la información sobre deforestación y sobre focos de calor. El estudio constató que gran parte de los incendios forestales actuales en la Amazonía se están apagando solos después de unos tres días, y están concentrados en áreas específicas en las que hay muchas alertas de deforestación. Por ello, no toda la Amazonía está en llamas. Los focos de calor y las alertas de deforestación están concentrados principalmente en áreas en las que tradicionalmente se han registrado disputas territoriales. Son lugares en los que es extremadamente necesario que los problemas agrarios se resuelvan para que las propiedades rurales puedan ser regularizadas legal y ambientalmente. En Pará, por ejemplo, más del 90 por ciento de los focos están en tres municipios con altas tasas históricas de deforestación y donde hay resistencia a las áreas naturales protegidas, como unidades de conservación y tierras indígenas. La estación seca continuará aún por algunos meses, por tanto, es importante considerar la causa de los focos y pensar en acciones preventivas a corto y mediano plazo. 

Árvore queimada após incêndio na região do Rio Tapajós, no Pará, no ano de 2017.
ÁRBOLES Y CENIZAS. Árbol quemado en un incendio en la región del río Tapajós, en Pará, en 2017. © Flavio Forner

Estudios científicos señalan que existe un límite de pérdida de la cobertura forestal de la Amazonía, y que al rebasar ese límite es posible que la dinámica de las lluvias quede definitivamente alterada, transformando la región en una enorme sabana, muy distinta de la selva tropical húmeda. Más allá de la pérdida de biodiversidad, eso afectaría drásticamente el papel esencial de la Amazonía en la estabilidad del clima mundial, lo que provocaría también una reducción en la productividad agrícola de Brasil. Este límite no puede ser determinado con exactitud, pero dado su enorme impacto potencial, se ha sugerido con cautela que se ubica en un 20 o 25 por ciento de pérdida de la cobertura arbórea. Así, cualquier iniciativa dirigida al desarrollo socioeconómico en la región debe estar desvinculada de la deforestación. 

Quote: IAN THOMPSON

Cualquier iniciativa dirigida al desarrollo socioeconómico de la Amazonía debe estar desvinculada de la deforestación.

Director Ejecutivo de TNC Brasil

Pensamos que para combatir la deforestación y trabajar por la conservación de una región tan vibrante necesitamos un enfoque complejo y diverso. Por eso TNC trabaja en la Amazonía en alianza con organizaciones indígenas, productores rurales, gobiernos, y ONG y con el sector privado, en iniciativas que ayudan a proteger las selvas, incentivar las cadenas productivas sustentables y restaurar áreas degradadas. Este esfuerzo forma parte de un trabajo más amplio para construir una visión compartida sobre el desarrollo de la región, incluyendo al sector público y al privado en una discusión para conciliar las actividades económicas con la protección de la naturaleza.

Es posible aumentar la productividad sin tener que deforestar más, como muestran las iniciativas que desarrollamos en alianza con grandes empresas, productores y gobiernos para consolidar las cadenas de producción de soja, carne y cacao. Los pueblos indígenas y las unidades de conservación para uso sostenible no deben ser tratados como una barrera para el desarrollo de Brasil. Debemos reconocer sus derechos, su diversidad y su importante contribución a la conservación de la viabilidad de la selva, entendiendo que existen opciones de actividades económicas en esas áreas capaces de satisfacer las necesidades de las comunidades y de generar oportunidades de nuevos negocios sustentables sin deforestación. Para proteger la biodiversidad y enfrentar el cambio climático debemos trabajar a gran escala, entendiendo la urgencia de proteger la Amazonía por el bien de todos sus pueblos y del planeta. La selva debe quedar en pie.