Sabana soleada en el Cerrado de Brasil. © Scott Warren

Perspectivas

Salvar el Cerrado

¿Podría Brasil estar al borde de uno de los acuerdos de conservación más importantes del mundo?

David Cleary, Director de Agricultura Global

Un acuerdo sobre el futuro de la industria de la soja en el Cerrado de Brasil sería importantísimo. ¿Por qué? Porque el Cerrado es enorme -tiene casi tres veces el tamaño de Texas. Es una mezcla de sabana y ecosistemas forestales con muchísima biodiversidad. También es el centro del mayor boom de la agroindustria que haya visto el planeta en décadas. Hoy abastece de soja a gran parte de China y de la Unión Europea, tanto más ahora que los aranceles del presidente Trump restringen cada vez más el flujo de la soja de Estados Unidos a los mercados asiáticos.

Los beneficios económicos para  Brasil han sido profundos, pero han tenido un terrible costo ambiental: la mitad del hábitat natural del Cerrado se ha convertido en terrenos agrícolas y pastura.

Algunas compañías han contraído compromisos en materia de deforestación, pero en lugares como el Cerrado no han hecho mucha diferencia en los niveles de destrucción de hábitat y cambio de uso del suelo. Activistas y periodistas han señalado la brecha que separa los compromisos de la realidad sobre el terreno. Aquí es donde de verdad empieza la historia…

En teoría, en el Cerrado hay un escenario sencillo en el que todo mundo puede salir ganando. Gran parte de la tierra ya se ha desmontado y convertido en pastura. Es tierra suficiente, de hecho, para satisfacer inclusive la demanda china si la soja se expandiera a los pastizales y la ganadería se intensificara, pero hasta hace poco no estaba claro cómo llevarlo a la práctica.. 

Buscando soluciones, en 2016 la industria de la soja de Brasil (a través de su asociación de comercio ABIOVE) unió esfuerzos con un grupo de ONG brasileñas para crear el Grupo de Trabajo del Cerrado (GTC). Al año siguiente, las ONG brasileñas publicaron el Manifiesto del Cerrado resaltando la necesidad de llegar a un acuerdo. Esto tuvo eco en Europa, donde un grupo de compañías firmó un acuerdo de apoyo al Manifiesto. Los signatarios incluían a grandes minoristas como Tesco y Marks & Spencer, además de otros compradores muy importantes de carne brasileña y soja, como McDonald’s y Unilever.

El GTC se marcó la meta de llegar a un acuerdo a finales de 2018. Los retos para hacer que esto pasara estaban claros desde el principio, y superarlos haría que un Acuerdo formal sobre el Cerrado fuera aún más importante.

Industrial farmland surrounding cerrado habitat, Emas National Park, Brazil.
Sembradíos La agricultura industrial rodea el hábitat del Cerrado en el Parque Nacional Emas, Brasil. © Frans Lanting/National Geographic Creative

La mayor barrera es financiera. Por sí sola, la superficie de tierra sin desmontar en el Cerrado implica que muchos agricultores podrían deforestar esos terrenos en forma perfectamente legal para sembrar soja. Si no desmontan la tierra, sostienen los agricultores, incurren costos. La demanda de soja es alta. ¿Por qué deberían ellos perder ingresos para permitir que se cumplan los compromisos sobre deforestación de las compañías que apoyaron el manifiesto, cuando en vez de ello podrían simplemente vender su soja a los chinos, que no se preocupan tanto sobre la deforestación?

Aquí es donde la historia se pone interesante. El GTC empezó a buscar posibles incentivos financieros para que los agricultores avanzaran hacia la deforestación cero. La falta de estos incentivos es la causa principal de la falta de progreso que las corporaciones han tenido hasta la fecha. Impulsar un cambio efectivo requeriría comprometer a miles de productores de soja a lo largo del Cerrado. ¿Cómo podría movilizarse el capital suficiente  para lograrlo? Pagar una prima en los precios de la soja que se obtuvo sin deforestación no funciona: es un producto de grandes volúmenes y pocos márgenes de utilidad. Durante años esto ha provocado discusiones entre los vendedores y los compradores sobre quién debería pagar el costo de incentivar la deforestación cero.

Finalmente, hubo signos de que este nudo gordiano estaría rompiéndose. Desde hace un mes, ABIOVE ha estado conversando con las compañías que apoyaron el acuerdo. El esquema  de la solución está sobe la mesa, y es más o menos como sigue. Las compañías que apoyaron el acuerdo harán contribuciones , en una base precompetitiva. Sea cual sea el costo final de estos incentivos, sería obviamente más bajo si lo comparten las varias docenas de empresas que conforman la coalición de apoyo al acuerdo. Los miembros de ABIOVE, que incluyen a todos los principales vendedores de soja, igualarían esta suma. Las ONG ambientales con experiencia en temas financieros, incluyéndonos a nosotros, ayudaríamos a quienes apoyan el acuerdo y a ABIOVE a presentar este fondo a las organizaciones multilaterales y a los inversionistas de impacto, que han estado soñando con una iniciativa precompetitiva como ésta desde hace años, y por tanto la apoyarían. El fondo resultante se usaría para construir un paquete de incentivos que anime a los agricultores a producir soja sin deforestación.

Fernando Pallaro is one of the soy farmers working with the Conservancy in Santarém, in the state of Pará, Brazil. Understanding that conversion to agriculture and cattle ranching is the greatest threat to the Amazon rainforest, the Conservancy works in strategic municipalities of the Brazilian Amazon – such as Santarém – to implement strategies to control deforestation and promote the responsible production of soy and beef among farmers and ranchers.
productor de soja  Fernando Pallaro es uno de los productores que trabajan con TNC para implementar estrategias para controlar el cambio de uso del suelo y promover la producción responsable de soja y de carne de res. © Palani Mohan/Cargill Inc.

En los detalles, más que el diablo, está toda una parvada de demonios. ¿Cómo podría focalizarse un fondo como éste, si la destrucción de hábitats en el Cerrado está concentrada en unas pocas áreas en las que habría que concentrar el dinero? ¿Cómo debería administrarse? ¿Qué pasaría con los agricultores que no cumplan los objetivos sobre deforestación? ¿Cómo haría el fondo, que en los hechos debería funcionar indefinidamente, para recapitalizarse a lo largo del tiempo? Mucho más urgente, ¿cómo podría esto aterrizarse en un Acuerdo vinculante para el Cerrado antes de que terminara 2018, en línea con la fecha límite que se había impuesto el GTC? La realidad es que probablemente esto no sea posible. Políticamente, sin embargo, tampoco tiene por qué hacerse. Si hay un proceso creíble para articular un paquete financiero antes de que termine el año, y este paquete se logra en algún momento durante 2019, habrá bases sobre las que trabajar.

Vale la pena destacar los beneficios que las compañías recibirían a cambio de su inversión compartida en el Cerrado. Las ONG se movilizarían para ayudar a que todo cuadre y se mantenga en pie. Ayudarían a todos los segmentos de la cadena de valor a garantizar verificaciones independientes de los niveles de deforestación en la cadena de valor de la soja proveniente del Cerrado, haciendo realidad, finalmente, el potencial de los esquemas de certificación. Las compañías de bienes de consumo de rápida rotación (FMCG, por sus siglas en inglés) podrían cumplir sus promesas a los consumidores, que cada vez ven más a la soja como la próxima palma de aceite. Los vendedores de soja darían un enorme paso adelante en el cumplimiento de sus compromisos sobre deforestación, de forma que los agricultores no queden sin ingresos.  

Todo esto tendría un costo financiero, pero éste se repartiría a lo largo de la cadena de valor, y las compañías no serían las únicas en asumirlo, lo que es un trato bastante bueno para todos los negocios involucrados.

Como corolario, esas compañías y sus directivos podrían colgarse la medalla de haber conseguido la mayor victoria en materia de deforestación de todos los tiempos. Que nadie se equivoque: de eso estamos hablando aquí, porque éste sería el primer acuerdo de gran escala en involucrar el área de origen de un producto  tan importante.

Mucho más relevante es el hecho de que un Acuerdo para el Cerrado nos llevaría más allá de la deforestación, porque sería un acuerdo sobre el cambio de uso del suelo, no sobre deforestación. El problema con los compromisos sobre deforestación es que no eliminan la presión para la conversión de hábitats, sino que la desvían a otros bosques. Brasil es el mejor ejemplo: el riesgo es que los compromisos sobre deforestación salven el Amazonas a costa del Cerrado. Pero el Cerrado es un ecosistema mixto, un mosaico de selvas, pastizales y sabanas. La legislación brasileña no distingue entre los ecosistemas del Cerrado: la regulación que enfrentan los agricultores se refiere al hábitat nativo en general, no a las selvas. GTC y ABIOVE acordaron de entrada que un Acuerdo para el Cerrado sería sobre la conversión de todos los hábitats, no solamente las selvas. Es ahí donde la conversación sobre la deforestación a nivel global tiene que dirigirse, y por eso es que un Acuerdo para el Cerrado sería un paso adelante tan importante.

Mas que nada, sería la prueba de que las economías emergentes como Brasil no enfrentan un juego de suma cero entre el desarrollo y la conservación: hay un punto medio. La pelota está en la cancha del sector privado ahora. Esperemos que todos, a lo largo de toda la cadena de valor, entiendan la escala de la oportunidad que tenemos en el Cerrado. Sin lugar a duda, sería lo más importante que alguien pudiera hacer sobre deforestación en este momento. Es hora de que los actores de mercado den un paso adelante y hagan realidad esta visión.

Este artículo apareció originalmente en Mongabay el 19 de noviembre de 2018.