MiPez: cuando los pescadores se convierten en guardianes de los ríos
Por Cristhian Aguirre H – Project Manager Comunicaciones TNC Colombia
En las aguas del Río Magdalena el más grande de Colombia y el Río Caquetá, uno de los más importantes ríos de la Amazonía colombiana, se dio origen a una experiencia que combina conocimiento ancestral, ciencia y tecnología. Se llama MiPez, una aplicación que convierte a los pescadores en científicos comunitarios, capaces de registrar sus capturas, aprender de sus ecosistemas y aportar datos esenciales para cuidar el río del que depende su vida.
La urgencia es clara. La deforestación, la sobrepesca, la contaminación y el cambio climático han fragmentado un sistema vital que sostiene también la cultura de los pueblos de río.
“En este panorama TNC Colombia desarrolló MiPez, una aplicación móvil innovadora que incorporando criterios culturales y tradicionales permite a los pescadores registrar sus capturas, monitorear las especies y documentar datos clave como ubicación, peso y estado de maduración de los peces, información de utilidad para la toma de decisiones de las comunidades sobre sus recursos y sobre su territorio. A través de MiPEZ, los pescadores contribuyen al conocimiento científico del río y su biodiversidad” apunta Claudia Vásquez, directora de TNC Colombia.
Aprender del río, enseñar a los hijos
“Para mí el agua es un corazón. Sin agua y sin territorio, la comunidad no está”, dice Gamaliel Valencia, joven monitor indígena de Santa Cecilia en Solano Caquetá. A sus 22 años, aprendió a usar la aplicación y a enseñar a los niños a diferenciar especies, reconocer tallas y observar los cambios en el río. Lo que para otros puede ser una base de datos, para él es una metodología viva que fortalece la memoria cultural y transmite responsabilidad a las nuevas generaciones.
Algo parecido a Gamaliel, reconoce Fermín Gutiérrez de la comunidad la Teófila, de 35 años, al recordar cómo pescaban antes. Lo hacían “parejo” -todo por igual-, sin discriminar tamaños ni especies. Después del proceso de MiPez en Caquetá, que lleva más de dos años, reconoce que ahora escogemos qué peces tomar, y ya no pescamos especies amenazadas o de tamaño pequeño, ‘eso es un aprendizaje que nos queda y que enseñamos a nuestros hijos y sobrinos”.
Fermín llega a su casa y mediante la tableta en la que toma sus fotos y apuntes, les muestra a sus hijos la cantidad de peces que recogió en su faena de pesca. En estas comunidades, los monitoreos no son un ejercicio técnico aislado: son momentos de aprendizaje compartido. En la madrugada, mientras los pescadores regresan con sus capturas, los jóvenes monitores se acercan con tablets y cuadernos, identifican bocachicos, mojarras o culirrojas, toman medidas y registran tallas.
MiPez no es solo una aplicación: es un puente. Allí los pescadores registran las características de cada pez capturado, suben fotografías y consolidan información que antes solo existía en la tradición oral.
El proceso de co-diseño de la estrategia de ciencia liderada por comunidades, del cual hace parte MiPez también reconoce y busca elevar la voz y el rol de la mujer en su territorio, en este sentido, para Tatiana Ordóñez, monitora del pueblo Murui Muina, MiPEZ es una herramienta para conocer los peces de la región: “Antes desconocíamos qué especies eran abundantes y cuáles escasas.
Ahora sabemos qué conservar y qué dejar crecer. Conocer ayuda a conservar”. María Fenid Urdaneta, también de la comunidad Ismuina, recuerda el reto inicial: aprender a manejar una tablet, registrar datos, conectarse a internet. “Fue muy difícil, pero con las capacitaciones fuimos aprendiendo. Hoy soñamos con un catálogo de peces para que los niños conozcan lo que tenemos en el territorio”.
La tecnología, sin embargo, no reemplaza el conocimiento tradicional, sino que lo refuerza. Como dice Pilar Galindo, líder técnica del proceso con MiPEZ “Las comunidades tienen un gran conocimiento de sus peces. Nosotros trabajamos de la mano con los monitores estructurando la información en una base de daos, realizando la validación taxonómica de las especies, analizando la información, la cual es de utilidad para la toma de decisiones interna de los territorios.
En este sentido, la visión indígena de integralidad es fundamental. No se trata solo de registrar especies, sino de comprender que todo está conectado: los árboles que protegen las fuentes hídricas, las lluvias que alimentan los caños, los peces que sostienen la alimentación diaria. Como dice Tatiana: “Si un recurso natural está mal en nuestro territorio, todos estaríamos mal”.
Ciencia comunitaria que transforma
Ver artículo: Ciencia liderada por comunidades indígenas en Solano Caquetá, un territorio que se investiga a sí mismo
Uno de los mayores aportes de MiPEZ es ayudar a reconocer el valor de la información que se genera en los procesos de monitoreo comunitario, para que las comunidades puedan dialogar con bases claras, tomar decisiones informadas sobre la pesca y fortalecer la gestión colectiva de sus territorios. El monitoreo comunitario no solo genera datos, también fortalece el diálogo al interior de la comunidad y el cuidado del territorio.
El proceso ha inspirado la creación de materiales pedagógicos que acercan la conservación a la vida diaria. Se generó la Guía de Sabiduría Pesquera, que combina un calendario con consejos de pesca sostenible, y un juego de cartas con imágenes y datos sobre las especies registradas, pensado para el trabajo de etnoeducación en las escuelas. En algunos encuentros comunitarios, las cartas se han convertido en la excusa perfecta para aprender jugando: identificar migratorias, estados de amenaza, hábitos alimenticios, y taxonomía.
Download
Estos materiales nacieron de la propia iniciativa de los monitores, quienes querían que el conocimiento llegara también a las nuevas generaciones. En palabras de María Fenid: “Sería muy importante que los niños puedan mirar un catálogo de peces de nuestro territorio, porque ellos son los que más exploran y ayudan a conservar”.
Soluciones de agua dulce, desde Colombia al mundo
MiPez fue concebido en el Magdalena y adaptado en comunidades amazónicas, pero su potencial va más allá. La aplicación ya cuenta con mejoras que permiten implementarla en cualquier cuenca con una configuración relativamente sencilla. Apoyada por aliados como Google.org, Metlife, y otros donantes, y con el compromiso de TNC, la herramienta se consolida como un modelo de ciencia comunitaria con proyección global.