Historias en Argentina

El Gran Chaco, soluciones locales a problemáticas globales

Por Alejandra Pinzón

© Antonio Tita
  • La falta de prácticas agrícolas eficientes y el sobrepastoreo degradan los ecosistemas del Gran Chaco, reduciendo la posibilidad de captura de carbono, aumentando las emisiones y afectando a las comunidades locales.
  • La infraestructura y la urbanización sin planificación, entre otros factores,  presionan a los ecosistemas de agua dulce, afectando a las comunidades rurales con deficiente acceso al agua potable y baja capacidad de adaptación al cambio climático.
  • Impacto global: Las soluciones en el Gran Chaco pueden ser replicadas globalmente, beneficiando a otras ecorregiones. Es crucial garantizar la conservación de la biodiversidad y generar medios de vida sostenibles.

El Gran Chaco es el bosque seco más grande del mundo, ocupando un área tan grande como España y Francia combinadas. Alrededor del 60% del Gran Chaco se encuentra en Argentina, y el resto se extiende por Paraguay, Bolivia y Brasil. No solo la biodiversidad prospera en esta región; el Gran Chaco también es un centro agrícola crucial.

La ecorregión chaqueña de Argentina presenta una gran cantidad de complejos ecosistémicos que incluyen ambientes de bosques, arbustales, pastizales y humedales. En esta zona hay 5,6 millones de hectáreas de humedales intermitentes y más de 21 mil kilómetros de ríos (casi como volar de Buenos Aires a Londres y de regreso dos veces).

Es fundamental mantener el equilibrio existente de las comunidades rurales, la producción y la conservación de la naturaleza y sus sistemas acuáticos; particularmente ante las necesidades de crecimiento económico.

El punto de partida: Cada actor es una pieza clave

La conversión de uso de suelo y degradación del hábitat son algunas de las principales amenazas en el Gran Chaco. Casi el 25% de la región ha sido deforestada para la agricultura extensiva. Mientras que el sobrepastoreo del ganado degrada gran parte de los ecosistemas naturales restantes. La baja cobertura de áreas protegidas formales (alrededor del 4%) y la falta de incentivos privados y públicos eficientes, también reducen la conservación a largo plazo en el Gran Chaco. Además, los ecosistemas más impactados disminuyen la capacidad de captura de carbono y aumentan las emisiones de gases de efecto invernadero (empeorando los efectos del cambio climático).

La tierra se degrada y se vuelve más vulnerable a los eventos climáticos extremos. El aumento de las inundaciones y las frecuentes sequías tienen un fuerte impacto en los cultivos y el ganado. Asimismo, los pueblos indígenas y las comunidades rurales se ven amenazados por la pérdida de biodiversidad y disminución de los servicios ecosistémicos, como también por el impacto económico que los efectos del cambio climático tienen en sus medios de vida. Así, los esfuerzos de conservación aislados no serán suficientes para enfrentar estos desafíos. Se necesita la participación y colaboración de múltiples actores para lograr un cambio sistémico en el Gran Chaco.

Sotobosque con mucha materia orgánica en descomposición cubriendo el suelo y árboles juveniles en regeneración.
Bosque en el Chaco seco. Sotobosque con mucha materia orgánica en descomposición cubriendo el suelo y árboles juveniles en regeneración. © Antonio Tita

Pensando en sistemas, pensando en el agua

En este contexto de alto dinamismo y conversión de uso de suelos, los ecosistemas de agua dulce están expuestos a distintas presiones que afectan su estructura y funcionamiento. Las obras de infraestructura modifican los cursos, cantidad y calidad de agua. También, la disminución de la cobertura vegetal, la urbanización sin planificación adecuada (entre otros) afecta y erosiona el suelo. Por otro lado, las provincias chaqueñas presentan uno de los mayores niveles de vulnerabilidad social del país, con alta incidencia en zonas rurales y aisladas, caracterizadas por su deficiente acceso al agua potable y una baja capacidad de mitigación y adaptación al cambio climático.

Humedal seco en Gran Chaco.
Humedal seco en Gran Chaco. Suelo agrietado producto de la deshidratación y falta de estructura, degradado por acceso de animales. © Antonio Tita
Bañado de la estrella
Bañado de la estrella en la provincia de Formosa. Gran Chaco. © Alejandra Pinzón
Humedal seco en Gran Chaco. Suelo agrietado producto de la deshidratación y falta de estructura, degradado por acceso de animales. © Antonio Tita
Bañado de la estrella en la provincia de Formosa. Gran Chaco. © Alejandra Pinzón

Yéndonos específicamente al extremo sur del Gran Chaco -sobre una planicie inundable de 3,5 millones de hectáreas (un área equivalente a la superficie de la Isla de Taiwán)- se extiende uno de los pastizales más extensos de la Argentina: la pampa de los Bajos Submeridionales. Aquí el Águila Coronada, el Aguará Guazú y el Venado de las Pampas aún mantienen poblaciones que coexisten con la producción agropecuaria. Una región, prácticamente, sin áreas protegidas y donde la vegetación ha sido afectada por el intenso y crónico uso ganadero y el drenaje discrecional del agua.

Desde TNC trabajamos en la protección del Gran Chaco, sus tierras y sus aguas. Lo hacemos con un enfoque sistémico; trabajamos con cadenas de valor en el sector productivo y la demanda de los consumidores; hasta las personas en territorio, entendiendo cada particularidad y los desafíos de conexión y aislamiento de algunas comunidades.

Actualmente, promovemos prácticas de ganadería y agricultura regenerativas para mejorar la producción y -paralelamente- reducir la degradación del suelo. Desde el año 2021, TNC comenzó un proceso de planificación dinámico, abierto y multidisciplinario, con enfoque regional y de soluciones a escala predial, de paisaje y regional. Se convocó a distintas organizaciones e investigadores para iniciar un intercambio de conocimientos y experiencias alrededor del agua. Este proceso sistemático de planeación tuvo como propósito el desarrollo de estrategias de manejo y conservación de los ecosistemas acuáticos del Gran Chaco Argentino.

Al igual que en otras regiones del mundo, en el Gran Chaco, las problemáticas relacionadas con el acceso al agua se exacerban en el contexto rural, especialmente en las comunidades alejadas y dispersas. La falta de infraestructura hace que el abastecimiento cotidiano no esté garantizado para el consumo humano (mucho menos aún para la producción, el saneamiento y demás usos). Es el punto de máxima tensión en la conexión del agua con los habitantes chaqueños y es causa sistémica de los elevados índices de vulnerabilidad social que allí se presentan.

cuenta con árboles que generan servicios ecosistémicos, que con el aprovechamiento adecuado son recursos maderables de alta calidad.
El Gran Chaco cuenta con árboles que generan servicios ecosistémicos, que con el aprovechamiento adecuado son recursos maderables de alta calidad. © Antonio Tita

Del pensamiento a la acción, viendo dos casos de restauración en el Gran Chaco

de silvopastoriles clásicos sobrepastoreados, con alto riesgo de degradación.
Típica imagen de silvopastoriles clásicos sobrepastoreados, con alto riesgo de degradación. © Antonio Tita

Ensayo de manejo del agua: Caso de restauración forrajera en bosques

Palavecino, Sandro Taboada de FUNDAPAZ, Gustavo Marino de TNC, y Santiago Truchet voluntario de Fundapaz y estudiante de la Universidad Nacional del Litoral.
La familia de Reina y Damian Palavecino, Sandro Taboada de FUNDAPAZ, Gustavo Marino de TNC, y Santiago Truchet voluntario de Fundapaz y estudiante de la Universidad Nacional del Litoral. © Alexandra Griffin
  • Contexto del lugar y personas: La provincia de Santiago del Estero se encuentra en el corazón del Chaco Seco argentino. Sus paisajes se caracterizan por ser de bosques secos; montes compuestos por árboles como el quebracho, el algarrobo, y arbustos como la tusca y el tala. Ahí se encuentra la familia Palavecino, quienes llevan varias generaciones criando ganado y otros animales en Ahí Veremos, Santiago del Estero. Saben que la salud de su ganado está relacionada con la salud de diversas comunidades de plantas silvestres, que proporcionan alimento a los animales que pastan.
  • Problema: La vegetación de los bosques ha sido afectada por décadas por la ganadería; y hoy existen extensas áreas con suelo desnudo conocidas como peladares. Para restaurarlos (es decir: mejorar la estructura y composición botánica del sotobosque), planteamos excluir temporalmente el pastoreo, aumentar la humedad del suelo mediante el riego y sembrar hierbas para ampliar la disponibilidad forrajera. Es parte del desafío de conservación fortalecer el acceso y la gestión del agua para el consumo humano y productivo de las comunidades rurales aisladas y dispersas, asegurando el mantenimiento de los servicios ecosistémicos de agua dulce de purificación, regulación y vínculo cultural.
  • Abordaje: Junto a socios locales y en colaboración con otras ONGs (como Fundación para el Desarrollo en Justicia y Paz, Fundapaz), se ha implementado y monitoreado prácticas derivadas de las estrategias de manejo y conservación de los ecosistemas acuáticos del Gran Chaco Argentino. Estas prácticas, que incluyen la restauración forrajera con bordos para la retención del agua de escorrentía y el manejo del pastoreo, demuestran su efectividad en el contexto de la región chaqueña. Actualmente, un grupo de investigadores y técnicos de TNC y FUNDAPAZ están implementando y monitoreando un ensayo de restauración de forraje con los productores. Al inicio de la primavera del año 2023, se implementó un ensayo mediante un cierre con alambrados (clausura) donde se construyeron bordos para retener el agua de escurrimiento. Allí también se sembraron especies de plantas silvestres, y se monitorea su crecimiento.
  • “A través de mis experiencias acá, he aprendido que el cuidado de las tierras de pastoreo del Gran Chaco por parte de familias rurales y campesinas es clave para mantener paisajes que puedan producir alimentos y proteger la biodiversidad”. Alexandra Griffin, Fullbright scholar.

Ensayo de manejo del agua: Caso de restauración forrajera en pastizales

Tino están muestreando la tierra para ver la diferencia en la humedad del suelo de un lado y del otro de los bordos.
Chavela Escobedo y su hijo Tino están muestreando la tierra para ver la diferencia en la humedad del suelo de un lado y del otro de los bordos. © Alexandra Griffin
  • Contexto del lugar y las personas: Isabela Escobedo (Chavela). Ella es la encargada de gestionar la distribución del agua en su comunidad, utilizando grifos comunitarios alimentados por una cisterna de 100 mil litros (que recoge agua de lluvia del techo del salón comunitario). En esta localidad, cada hogar también cuenta con una pequeña cisterna para recolectar agua de lluvia, gracias a un proyecto con la ONG, anteriormente mencionada, Fundapaz. Sin embargo, en tiempos de escasez, la cisterna comunitaria suple la demanda adicional.
  • Problema: Algunos vecinos han instalado pozos, pero la sequía y la disminución del acuífero han causado problemas de salinidad, limitando su uso. Aunque la cantidad de agua está asegurada, la calidad sigue siendo una incógnita debido a la falta de monitoreo.
  • Abordaje: En su campo de 125 hectáreas cerca de Fortín Charrúa, Chavela cría 47 vacas y 3 caballos con la base forrajera que le brindan exclusivamente los pastos nativos. Aquí se implementa una técnica de retención de agua para mejorar la gestión hídrica.
  • En la zona se conocen diversas técnicas de retención de agua, como presas y perforaciones de araña, que han demostrado ser beneficiosas, aunque la sequía de tres años ha dejado su huella. Hoy se implementa y monitorea un ensayo de restauración forrajera que implica la retención temporaria del agua de escorrentía. El manejo del agua de escorrentía en pastizales para retener en las épocas secas y evacuar en las épocas húmedas emerge como una práctica que podría brindar mayor estabilidad en la oferta de agua y forraje del sistema productivo. 
  • “Para evaluar los efectos de los bordos, tomamos muestras de vegetación y raíces y muestras de suelo para determinar su humedad. Estudiamos tanto las zonas del pastizal cubiertas de espartillo como los espacios entre las matas, en los que hay espacio para que surja otra vegetación. Idealmente, la gestión sostenible de los pastos reduciría al mínimo la cantidad de suelo desnudo, para aumentar la disponibilidad de forraje y disminuir la erosión de la tierra”. Gustavo Marino, líder de paisajes funcionales sobre el caso de restauración forrajera en Fortín Charrúa

El verdadero desafío: Escalar el impacto

La falta de políticas y regulaciones ambientales facilita la degradación de tierras y ecosistemas acuáticos, así como la explotación de los recursos naturales. Las políticas son insuficientes para la conservación de tierras y agua dulce. Es el momento de seguir pensando en sistemas, conectar con las personas y escalar soluciones basadas en la naturaleza.

familia del hornero.
Pájaro Chinchero, familia del hornero. © Antonio Tita

Del Gran Chaco para el mundo

Lo que pase en el Gran Chaco, no se queda en el Gran Chaco. Aquí hay una gran oportunidad de alcance global. La posibilidad de aprender, compartir e intercambiar ciencia con otras ecorregiones se traduce en una posibilidad de escalamiento muy fértil. Hoy construimos el futuro sostenible que tanto queremos. La transición que aspiramos para los sistemas productivos chaqueños pueden ampliarse y ayudar a formar otras transiciones necesarias en todo el mundo, desde Nueva Zelanda hasta Kenia.

Ahora, el gran reto que tenemos es que estas soluciones, y casos de éxito como el de Chavela, puedan perdurar en el tiempo y multiplicarse. Debemos garantizar la resiliencia de este tipo de soluciones, haciendo hincapié en la conservación de la biodiversidad y de los ecosistemas, a la vez que generamos los medios de vida sostenibles para los pueblos indígenas y comunidades locales. Su aporte es vital: según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura —la FAO, por sus siglas en inglés— los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales protegen el 80% de la biodiversidad mundial.

Además, el contexto global del presente —particularmente la creciente demanda de productos fruto de prácticas sustentables— implica la oportunidad de convertir a la región en un proveedor de alimentos de gran escala que, al mismo tiempo, demuestre la factibilidad de hacerlo con una perspectiva que alinea lo económico, lo social y lo ambiental. Es, en otras palabras, la posibilidad de liderar el proceso de transformación.

Este momento representa la oportunidad de que el Gran Chaco se parezca a la mejor versión de sí mismo, de su gente, sus formas de producir y de entender el territorio, sus valores, su folclore. Y, al mismo tiempo, la oportunidad de que el mundo se parezca un poco a la mejor versión de un lugar de maravilla en el que la biodiversidad prospera, donde la historia, la cultura y la naturaleza son valoradas, donde las necesidades humanas son satisfechas y la economía crece en equilibrio con los límites ecológicos.