Comunidad Kokraimoro en Sao Felix do Xingu, Amazonía brasileña.
São Félix do Xingu y la comunidad Kokraimoro en la Amazonía brasileña. © Miguel Lindenberg
Perspectivas

Guardianes de la naturaleza en la Amazonía

Valorar sus bosques vivos recompensando a quienes los cuidan

Por Rachel Pasternack, Líder Global de Bosques de TNC.

Los bosques importan. Absorben aproximadamente 2.400 millones de toneladas métricas de carbono cada año y ayudan a regular nuestro clima. Además, se estima que los bosques generan directamente 250 mil millones de dólares en actividad económica anualmente, y hasta 100 billones de dólares por año si se considera su potencial de captura de carbono. Eso equivale al producto interno bruto mundial.

La selva amazónica es el mayor bosque tropical que queda en nuestro planeta. Alberga una cuarta parte de las especies del mundo, una quinta parte del agua dulce del planeta, dos quintas partes de los bosques tropicales y más de 350 comunidades indígenas y tradicionales. Casi del tamaño de los Estados Unidos continentales, la Amazonía se extiende por nueve países: Brasil, Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guayana Francesa, Guyana y Surinam.

Sin embargo, este ecosistema vital está en riesgo. En 2024, los incendios forestales en América Latina, impulsados por el cambio climático, arrasaron un área del tamaño de Costa Rica. Estos incendios liberaron aproximadamente 1,15 gigatoneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, más que todas las emisiones de carbono por uso de combustibles fósiles en Sudamérica en 2023.

Por ahora, la Amazonía actúa como un gran almacén de carbono, reteniendo 650 mil millones de toneladas de dióxido de carbono en sus árboles. Si perdemos esos árboles, todo ese carbono se liberaría a la atmósfera y contribuiría aún más al cambio climático. Por ello, crece la preocupación de que la Amazonía esté cerca de un punto de inflexión: pasar de ser un sumidero de carbono a una fuente neta de emisiones.

Amazonía

Vital para nuestro planeta y toda la humanidad

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Muchas zonas de la Amazonía están clasificadas como “Bosques con Alta Cobertura y Baja Deforestación” (HFLD, por sus siglas en inglés), es decir, áreas con grandes extensiones de bosque intacto que han sufrido poca alteración histórica. Aunque estas regiones representan una pequeña proporción de los bosques restantes del mundo, su impacto en la regulación climática es desproporcionado: han acumulado grandes reservas de carbono “irrecuperable” durante siglos, conforman la mayoría de los ecosistemas terrestres que absorben el 30% de las emisiones humanas globales cada año y ayudan a enfriar la superficie del planeta.

Muchas comunidades indígenas y locales viven en estas zonas HFLD. Son algunos de los mejores guardianes de la tierra y el agua del planeta, especialmente cuando cuentan con derechos de tenencia sólidos y acceso directo a financiamiento. Solo en la Amazonía, los pueblos indígenas gestionan más del 30% del bosque, y las imágenes satelitales muestran que la deforestación en sus territorios es casi un 50% menor que en tierras similares circundantes.

Mapa con ubicación de comunidades indígenas en la Amazonía.
Mapa con densidad de biomasa en la Amazonía.
Ubicación de comunidades y biomasa en la Amazonía Imágenes de NASA Earth Observatory muestran la correlación entre vegetación y áreas protegidas por comunidades indígenas. © Nasa Earth Observatory

Y, a pesar de la enorme importancia global de los bosques y de quienes los habitan, el financiamiento destinado a estas áreas es limitado. Los flujos financieros actuales están muy por debajo de los 460 mil millones de dólares anuales estimados necesarios para detener y revertir la deforestación y la degradación forestal para 2030. Además, de todo el financiamiento disponible para los bosques, menos del 2% llega directamente a los pueblos indígenas y comunidades locales.

Las regiones HFLD y sus habitantes deberían ser recompensados por su rol como guardianes del carbono y la biodiversidad. Sin embargo, gran parte del financiamiento disponible se ha dirigido históricamente a zonas con altas tasas de deforestación, enfocándose en reducir emisiones por pérdida de bosques. Esto ha dejado pocas oportunidades de financiamiento dedicadas a las áreas HFLD y sus comunidades. Este desequilibrio crea un incentivo perverso: si las recompensas financieras se vinculan únicamente a detener la deforestación activa, se podría fomentar indirectamente la pérdida de bosques como medio para calificar a dichos fondos.

Una solución es crear mecanismos financieros complementarios que reconozcan y recompensen a las comunidades en zonas HFLD por mantener sus bosques intactos. Un ejemplo es el propuesto Fondo Bosques Tropicales para Siempre (TFFF, por sus siglas en inglés), liderado por el gobierno de Brasil. Esta iniciativa busca proporcionar financiamiento confiable y a largo plazo para los bosques tropicales del mundo. El programa recompensaría a los países según su éxito en conservar ecosistemas forestales, incluyendo los HFLD. De forma crucial, enfatiza la inclusión de pueblos indígenas y comunidades locales, destinando al menos el 20% de los fondos directamente a ellos. Esto garantiza que quienes protegen este patrimonio natural reciban un apoyo significativo.

Aunque el TFFF aún necesita ajustes, especialmente en su alineación con mecanismos existentes como REDD+, su enfoque en el liderazgo del Sur Global y su nueva visión de incentivos le otorgan un gran potencial. En lugar de centrarse únicamente en reducir la deforestación, el TFFF busca recompensar a los países forestales tropicales por sus esfuerzos de conservación, ofreciendo una nueva forma de valorar y financiar la protección de los bosques.

En The Nature Conservancy (TNC), reconocemos el papel crítico de los bosques, especialmente de las áreas HFLD, que han sido relativamente desatendidas. También reconocemos la necesidad urgente de financiamiento que permita mantener estos bosques en pie. Hemos evaluado más de 14 ideas para escalar el financiamiento hacia estas regiones. Y, sobre todo, entendemos la importancia de canalizar fondos directamente a los pueblos indígenas y comunidades locales.

Guardianes de la Naturaleza

Columna Paula Caballero, directora regional TNC Latinoamérica; y Rony Brodsky, directora de finanzas para pueblos indígenas y comunidades locales de TNC en El País

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En la Amazonía, llevamos más de 25 años construyendo alianzas y relaciones de confianza con organizaciones y territorios indígenas. Juntos, estamos apoyándolos para superar barreras culturales, operativas y financieras, y desarrollar mecanismos de financiamiento liderados por los propios pueblos indígenas que fortalezcan su rol como guardianes y diversifiquen sus medios de vida. Esto les permite implementar sus propias soluciones climáticas, fortalecer su autodeterminación, proteger sus derechos y salvaguardar los bosques que benefician a todos. También ayuda a reconocer y recompensar sus formas de vida, creando las condiciones necesarias para que prosperen en sus territorios y lideren la conservación desde sus comunidades.

Al celebrar la Amazon Week este junio en distintas ciudades de Europa, aprovechamos este momento para destacar nuestro apoyo colectivo a estos mecanismos financieros innovadores. No se trata solo de una necesidad ambiental y climática: es una inversión en las personas que cuidan nuestros bosques y un paso clave hacia un futuro más equitativo y resiliente para todos.

Paper: Impacto local, valor global, por TNC Europa. Disponible en inglés.